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VISTO / OÍDO
Columna
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El cambio

Diríamos que si España está cambiando, podrían cambiar también Estados Unidos y la Iglesia, que hasta marzo eran los modelos de nuestro sistema. Hasta parece que Europa tiende a la izquierda. Es una exageración de lenguaje, pero la derecha se había ido acostumbrando a llevarnos a todos a su caverna prehistórica que ahora se puede llamar izquierda a todo lo que sea salir a tomar el aire fresco. Respirar. Si en Estados Unidos llega a morir el último diplodocos de la guerra fría contra el maligno puede haber un periodo en el que ir rehaciendo lo fresco, lo vivo, lo natural: estamos a seis días de una gran oportunidad. El esqueleto de la Iglesia puede desmoronarse en su peana de museo cuando el papa Wojtyla vaya donde le corresponde, que es el cielo, a encontrarse con Pío XII, y otros píos.

Ese esqueleto desmoronado podría -es un condicional, no más- dar paso a la carne tibia de la iglesia mocita al estilo de Juan XXIII. Creo un poco en estas constelaciones históricas, sin ningún ensueño providencialista ni determinista, sino por las mismas relaciones de multiplicación geométrica por las que crece la ciencia. Un sistema se esclerotiza al cabo de tiempo, se derrumba y le sucede otro. Hubo un gran tiempo en el mundo en el que Kennedy, Jruschov y Juan XXIII hicieron una época de consistencia racional, llamada deshielo; y más o menos coincidió con la revolución popular juvenil: los famosos Mayos del 68, la inolvidable Praga, la revolución sexual de la "píldora", las rosas y los claveles en las bocas de los fusiles y unos cuantos pensadores desinhibidos y valientes. Vino el salto contrario; de aquel periodo apolíneo de serenidad, razón y humanidad pasamos al dionisiaco del éxtasis místico guerrero.

Aquella época supo desprenderse del nombre de Vietnam y del anticomunismo delirante, y no sé si ésta que estoy lejos de augurar, aunque no me niegue a presentir, nos desprenderá del PP guerrero intolerante, y de sus familiares vaticanos; nos dejará vivir un poco, y durante el tiempo que podamos sostenerlo.

Ya decían los filósofos en torno a Nietzsche que había un movimiento pendular, aunque yo creo que el péndulo estaba mucho más tiempo en el lado malo. Pero que lo que se consigue durante el más aceptable ya no se puede perder. Ah, ésta es otra profecía de Zapatero: lo que hagamos ahora, no lo podrán deshacer.

A mí la vida, o lo que se llama la tonta experiencia, me recuerda cuántas cosas he visto deshacer que no se han recuperado más. Yo mismo.

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