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Reportaje:

Buenas intenciones, malos argumentos

Canal + estrena mañana en primicia televisiva mundial 'Fahrenheit 9/11', una demoledora crítica de Moore contra Bush

El estilo cinematográfico de Michael Moore apareció en Bowling for Colombine y se mantiene en este segundo documental dedicado a la presidencia Bush, Fahrenheit 9/11 (que mañana emite Canal + en estreno televisivo mundial, a las 22.00). Tiene la virtud de la sorpresa y la frescura de la novedad. Ofrece también muchas dudas en lo que respecta al valor de los argumentos con los que se quiere justificar un planteamiento que desde las primeras imágenes se confirma que ha sido tomado de manera previa y con beligerancia absoluta. Los documentales de Moore pertenecen al mismo género de literatura de combate político de la que hay que esperar contenidos vitriólicos y no razonamientos por completo creíbles.

"El documental intenta una enmienda a la totalidad a la persona del presidente"

Como cabía esperar, uno de los efectos de este tipo de planteamiento es que motiva respuestas de parecidas características. El ensayista Christopher Hitchens ha escrito una inflamada respuesta a Fahrenheit 9/11 (véase Letras libres, octubre de 2004). El documental aparece descrito en ella como un ejemplo de deshonestidad y demagogia que en su explicación de la actuación de Bush no guarda ninguna coherencia o que concluye en absurdos. La realidad es, sin embargo, que este juicio es tan desmesurado como a menudo lo resulta Moore.

Intenta éste una enmienda a la totalidad a la persona del presidente norteamericano. El propósito está sin duda justificado. Es, sin duda, el peor presidente norteamericano en mucho tiempo. Las pruebas acerca de su inconsistencia, su ineficacia en el trabajo y su incapacidad para plantearse y resolver problemas generales aparece retratada de modo perfecto en los libros de quienes han colaborado con él en altas responsabilidades. Se cuentan entre ellos un secretario del Tesoro, un general de máximas responsabilidades en la OTAN y el responsable de la lucha antiterrorista.

Por más que sea patente la mala intención con que Moore trata a Bush, no cabe dudar de que el propósito sea positivo. El director, a mi modo de ver, consigue los mejores efectos cuando deja trabajar tan sólo a las imágenes de, por ejemplo, la alta cúpula norteamericana en los maquillajes que preceden a las intervenciones televisivas. Muy cruel resulta la imagen de Bush cuando ya ha recibido la noticia del ataque terrorista y sigue leyendo un libro para niños en una escuela donde le sorprendieron los acontecimientos. La simple presentación de las imágenes de la guerra o las entrevistas a protagonistas anónimos de la monstruosidad bélica son sesgadas pero muy eficaces, animadas por una sonrisa de sarcasmo. Pero cuando Moore intenta dar una explicación coherente de lo que sucedió fracasa de forma rotunda. Dispara en muchas direcciones, pero está lejos de conseguir resultados en cualquiera de ellas. Si se quiere denunciar el fraude electoral que habría llevado a Bush a la presidencia, se requerirían nuevas informaciones para probarlo. Existió, sin duda, una relación entre la familia con dos presidentes y los saudíes, pero ni siquiera intenta explicarse cómo eso influyó en el estallido de la guerra. Es inaceptable presentar el ataque norteamericano a Irak como la agresión a una "nación soberana" que nunca había atacado a Estados Unidos. En realidad el único soberano que había allí era Sadam Husein y no se puede olvidar el larguísimo contencioso entre la ONU y un país que había iniciado dos agresiones militares en el pasado.

Finalmente, es inexacto y muy demagógico presentar la guerra como un instrumento de las clases poderosas para mantener el sistema social en su sitio confirmando su predominio sobre los desposeídos. Lo curioso del caso es el mucho paralelismo existente entre el populismo simplificador de Bush y el de Moore. A ambos parecen interesarles muy poco las decisiones de los organismos internacionales; ambos demonizan a placer al adversario. Pero los dos resultan poco convincentes a la hora de desgranar argumentos racionales contra él.

Hay que ver el documental de Michael Moore porque nos traslada a uno de los acontecimientos que más trascendencia va a tener para el futuro del mundo actual. Una de las características de la actual campaña electoral norteamericana consiste en el extremado grado de acritud con que se ha llevado a cabo, y este filme lo reproduce para nosotros. Si gana Kerry, sin duda Fahrenheit 9/11, como la movilización de rockeros, habrá sido una parte de las razones. Si triunfa Bush, también podrá atribuirse la victoria al efecto negativo para parte de los electores atribuible a este género de intervenciones.

Imagen del filme dirigido por Michael Moore <i>Fahrenheit 9/11.<i>
Imagen del filme dirigido por Michael Moore Fahrenheit 9/11.

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