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Reportaje:MÚSICA

La orquesta de la 'montaña mágica'

No todos los días puede uno ver a una orquesta sinfónica al borde de las lágrimas o, simple y llanamente, llorando a lágrima viva. Tampoco todos los días se ve a algunos de los virtuosos y solistas de más renombre del planeta tomando copas y bailando al son del último éxito del hip hop a las cuatro de la madrugada. Sin embargo, ambas cosas son posibles en esta pequeña localidad suiza en la que se dan cita algunos de los más importantes maestros del panorama actual de la música clásica.

Los músicos que lloraban emocionados eran los jóvenes miembros de la Orquesta UBS del Festival de Verbier, quienes acababan de cerrar el evento suizo con una memorable Segunda de Mahler conducidos con mano maestra por James Levine, director de la Ópera Metropolitana de Nueva York (la legendaria MET) y acompañados por las huestes de los coros de la Radio Checa.

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Los otros maestros son músicos de la talla del pianista francés afincado en Estados Unidos Jean-Yves Thibaudet, el viola y director ruso Yuri Bashmet o el joven virtuoso norteamericano del violín Joshua Bell, relajándose en alguno de los clubes que permanecen abiertos hasta altas horas de la madrugada en la pequeña ciudad helveta.

Un ambiente de conviven-

cia distendido, muy alejado del de festivales como Salzburgo o Bayreuth, recibe a los numerosos visitantes amantes de la música que se dan cita aquí desde hace once años. En este lugar es posible cruzarse con Bobby McFerrin y Chick Corea, compartir un café con Gidon Kremer o Evgeny Kissin o ver y escuchar a la inmensa Martha Argerich, presencia habitual del festival.

Por la Sala Medran, epicentro del festival, han pasado en estos años estrellas del nivel de la violinista alemana Anne Sophie Mutter, el nuevo fenómeno del piano Yundi Li y los veteranos Ute Lemper o Misha Maisky, sin contar a actrices y actores como Vanessa Redgrave, Juliette Binoche, sir Peter Ustinov o Isabelle Huppert. Incluso ha llegado a presentarse en Verbier el duende islandés del pop electrónico: Björk.

El Festival y la Orquesta de Verbier son fruto de la visión y el sueño de un hombre: Martin Engstrom. Este sueco afincado en Vevey es uno de los hombres más influyentes en el exclusivo mundo de la música clásica. Promotor y agente en sus comienzos, continúa su carrera como productor ejecutivo y director artístico de la Deutsche Grammophon. Entremedias tuvo tiempo para casarse (y separarse) de la cantante Barbara Hendricks.

Comentaba uno de los miembros de la orquesta, la joven catalana Amaia Ruano Caño, cellista discípula de Lluís Claret, que la gran diferencia entre su trabajo habitual en algunas orquestas españolas y el Festival de Verbier es que "con directores como Gergiev, Levine o Masur uno toca sin sufrir; sólo te preocupas de hacer música y disfrutar tocando". Su compañero, el trompa madrileño José Miguel Asensi, asiente y agrega: "Tocar bajo la dirección de directores de este calibre aporta mucho. No se trata sólo de grandes nombres; hay un verdadero proceso de aprendizaje".

Es curioso notar que en España poca gente conoce aún este festival y su joven orquesta, que sigue el modelo de otras iniciativas europeas como la Gustav Mahler o la Joven Orquesta de Europa. A pesar de que cada año se presentan a las plazas convocadas músicos de más de 60 países, con 1.300 candidatos para 40 plazas, la presencia española sigue brillando por su ausencia. Según James Levine, director de la orquesta, eso se debe principalmente a que "en España el nivel musical sigue siendo bajo".

La orquesta está formada por músicos provenientes en su mayoría de Estados Unidos, Rusia y los países de Europa del Este, Asia y llega a incluir entre sus filas a músicos de Guatemala y Honduras. Más del 60% de ellos renueva contrato cada año hasta llegar a la edad de la entrada en la vida profesional propiamente dicha, a los 29 años.

Claudio Vandelli, director asistente de Levine, comentaba: "Los jóvenes aportan el enorme entusiasmo propio de su edad y se reúnen cada año durante diez semanas de trabajo intensivo: seis semanas en Verbier para los ensayos y los conciertos en el marco del festival, y otras cuatro para giras como la que se inicia este año que nos llevará desde Estocolmo hasta Singapur pasando por Madrid".

La creación de la Orquesta

del Festival de Verbier ha sido posible gracias a una gran apuesta de la UBS (Union des Banques Suisses) que ha hecho de esta formación el estandarte de su política cultural para los próximos años.

Verbier es un festival especialmente apreciado por los músicos, que encuentran aquí condiciones difíciles de hallar en otros festivales. Una de las principales razones del enorme éxito de la convocatoria suiza consiste en que en Verbier estos maestros pueden reencontrarse entre ellos y tocar música de cámara; algo a lo que muy raramente tienen acceso dado lo extraordinariamente apretado de sus respectivas agendas. Es así que el público puede descubrir conciertos como el que protagonizaron el último sábado del festival Martha Argerich, Jean-Yves Thibaudet, Yuri Bashmet y Joshua Bell. Un evento que no se ve todos los días, sin duda alguna.

Los músicos tocan en Verbier por salarios muy inferiores a lo habitual y responden a la llamada del israelí Avi Shosani, director artístico del evento, más por el placer de hacer música juntos que por intereses monetarios. Esta afirmación podría sin duda producir sano escepticismo, pero cuando se trata de auténticos pesos pesados de la escena mundial, como Kurt Masur o Anne Sophie Mutter, uno se ve obligado a creer que algo de verdad debe haber en estas afirmaciones. Entre otras cosas, la posibilidad de llevar a sus familias a pasar unas semanas en un chalet de los Alpes con coche con chofer y todos los gastos pagados en un ambiente tranquilo donde no se ven obligados a someterse a la presión de medios y fans debe tener algo que ver con el éxito de la convocatoria.

Jóvenes músicos del Festival de Verbier, el pasado mes de julio.
Jóvenes músicos del Festival de Verbier, el pasado mes de julio.AP

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