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Reportaje:

Riesgos a flor de piel

Sanidad edita una guía para prevenir problemas higiénicos y contagios en los tatuajes y 'piercings'

El piercing está de moda. La oferta del perforado corporal se ha disparado en los últimos años y va mucho más lejos de los pendientes que tradicionalmente se ponían a las niñas recién nacidas. Orejas, pero también entrecejo, labios, ceja, lengua, tabique o aletas nasales o pezones son algunos de los lugares más comunes donde ponerse un aro de acero quirúrgico, titanio, platino o niobio. Tampoco escapan los órganos sexuales femenino o masculino. De hecho, una técnica de colocar el aro se denomina Príncipe Alberto, en recuerdo, según la tradición, de la costumbre que se dio en la Inglaterra del siglo XIX de introducir un anillo en el pene por la uretra y hasta el glande para poder atarlo a un lado con la intención de que no se notara bajo los ajustados pantalones que estaban de moda por entonces.

Ante la extensión de esta moda, así como colgar joyas en las perforaciones, la llamada escarificación- de scar, cicatriz en inglés, que consiste en marcar el cuerpo con cortes o heridas-; el último grito, el pocketing -injertar en la piel un pedazo de acero visible- o los tatuajes; la Consejería de Sanidad ha editado una guía para prevenir problemas de mala praxis que puedan acabar en infecciones virales ya sea de hepatitis, VIH, herpes o transmisiones bacterianas.

La norma fundamental que recomienda la consejería a los usuarios es exigir siempre agujas nuevas estériles en cada perforado o tatuaje y no reutilizarlas jamás. Además, se deben emplear instrumentos que permitan su perfecto lavado y esterilización: acero inoxidable de calidades quirúrgicas". Otros aspectos a tener en cuenta es reclamar un "metódico y riguroso" método higiénico de la persona encargada de practicar el tatuaje o la perforación, evitar zonas sobre la que haya heridas, manchas o verrugas o solicitar las instrucciones que se han de seguir tras la intervención. Sanidad recuerda la importancia de asegurarse de que la persona encargada de usar el instrumental ha recibido una formación que garantice sus buenas prácticas.

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