_
_
_
_
Tribuna:CRÓNICAS DEL SITIO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mala educación

Cuando los etarras han atacado a un empresario hemos oído: ¡Pero si nunca se había metido en política! Al menos cuando unos adolescentes acosan hasta la muerte a un compañero al que consideran débil o distinto, nadie pretexta diciendo que era apolítico. En cambio se busca en seguida algún culpable, por ejemplo la maestra. ¿Es que no vio lo que estaba pasando? ¿Miraba hacia otro lado?

Para mirar hacia otro lado no hace falta ser maestra. También se puede, siendo director de colegio o consejero de educación. O viajero de metro, y dirigir la vista al suelo cuando entra en el vagón una manada de estudiantes como toros en San Fermín. Tras un adolescente despiadado, a menudo los primeros en esconderse son su propios padres, que "sólo querían hacerle feliz". Como dicen de sus clientes los cocineros de lujo.

Cada vez que alguien utiliza su propia libertad para romper los límites de la libertad de otro, se encuentra con la tolerancia de los que no quieren verse salpicados. Esa impunidad resulta fascinante para un joven aprendiz de adulto que ya empieza a sentirse superhombre.

Educar a alguien es ayudarle a tomar conciencia de que existen límites que debería respetar. No sólo para convivir en sociedad sino también para seguir con vida. Las drogas son un buen ejemplo. ¿Qué hay de malo en ello? Pues que te mueres o te conviertes en un ser chungo.

Desgraciadamente no es posible enseñar los límites sin frustrar el deseo de traspasarlos. Y ahí surge el otro problema. Porque entonces salen a escena los padres que no saben qué hacer con su hijo adolescente tras haberle protegido en exceso. Y los directores del colegio, que te montan en seguida un "comité de resolución de conflictos" si castigas sin recreo al que ha tirado la silla por la ventana. Eso sería un konflikto entre la maestra y el niño, que habría que resolver con diálogo y negociación.

Así que ¿dónde está el culpable? No hay uno solo, sino casi siempre, más de uno. Quizás estos fenómenos estén en sus comienzos y habrán de ponerse mucho más calientes para que cambie la percepción colectiva. El problema del terrorismo encontró el camino de su solución cuando los responsables sociales empezaron a considerarlo como un "entramado" más que como pura sucesión de acciones violentas.

Seguramente los vascos no somos tan distintos de otros españoles ni de las personas que habitan en otros países del mundo desarrollado. Pero para resolver esta enfermedad social, en Euskadi tenemos la desventaja del tiempo que hemos perdido con el terrorismo como único problema. Y tenemos unos gobernantes ácratas que se jactan de menospreciar las leyes que les permiten a ellos gobernar. Un gobierno adolescente que se cree al frente de un pueblo en marcha sin haber descubierto aún sus propios límites.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_