Un libro para hablar en público
"Para saber hablar bien, antes hay que saber callar y escuchar". El catedrático de la Universidad de Cádiz José Antonio Hernández Guerrero resume en esta frase el contenido de El arte de hablar (Editorial Ariel), el libro que ha escrito junto a María del Carmen García Tejera y que da las claves para desarrollar con éxito cualquier tipo de discurso.
El manual se completa con teoría de la retórica y consejos prácticos que se basan en un principio: el protagonista de las palabras no es quien las pronuncia, sino quien las recibe. Adaptarse al público es la llave del triunfo.
Los dos autores recibieron la propuesta para dejar por escrito sus conocimientos a través del seguimiento de cientos de discursos, clases, programas de radio y de televisión e incluso de sermones eclesiásticos. "En esa experiencia, detectamos una serie de abusos, errores y faltas que no se deben cometer", explica García Tejera. Así nació la última obra, un libro que busca fomentar la autocrítica. "Cada uno debe ser consciente de sus propias limitaciones y llegar a identificar sus defectos para poder corregirlos", argumenta Hernández Guerrero.
Un libro de dos catedráticos de la Universidad de Cádiz aporta claves para aprender a hablar bien en público
Los autores sostienen que el protagonista de las palabras no es quien las pronuncia, sino quien las recibe
El libro repasa algunos de los vicios más habituales. Pero los profesores dejan claro que "hablar bien no es sólo pronunciar correctamente cada palabra, ni utilizar un léxico prolijo, ni ordenar bien el sujeto y el predicado. Un discurso eficaz es aquel que llega al receptor porque el destinatario es el eje sobre el que se debe construir el mensaje".
Entre los profesionales de la palabra a los que se dirige el manual, están los maestros que cada día deben desarrollar el arte de hablar ante sus alumnos. "Es un colectivo muy amplio donde hay excelentes oradores, otros que hacen lo que pueden y algunos que son un desastre", analiza García Tejera. "El problema de muchos profesores es que nos creemos que somos el sujeto y el objeto de las explicaciones y nos olvidamos de los alumnos". Es lo que en el libro definen como autobombo o autocomplacencia.
Hay otros abusos reprochables: la obviedad, el exceso de humildad, el reírse de las propias gracias, el paternalismo o el aviso repetitivo de que se va a terminar el discurso. "El anuncio reiterado del final, cuando no se cumple, tensiona e impacienta a los oyentes", se recoge en el manual.
Según la coautora, tampoco la excesiva erudición es recomendable. "Hay quien piensa que por utilizar palabras raras y enrevesadas hace una mejor intervención pública. Y se equivoca. La calidad tiene mucho que ver con la claridad", mantiene.
El manual incide también en los aspectos necesarios de un buen discurso, en las bases fundamentales y en los aderezos esenciales que contribuyen a la eficacia de las palabras. Y ahí entran muchos aspectos: la voz, el gesto o los resortes oratorios en los que apoyarse como el uso de imágenes, del humor, de las comparaciones, de las emociones...
Según Hernández Guerrero y García Tejera, para perfeccionar las intervenciones públicas, sobre todo, hay que tener ganas de hacerlo. "Hay que estar sinceramente dispuesto a aprender, a mejorar", recogen en su libro.
Los autores aprecian el rápido éxito de su manual, que se publicó por primera vez en abril y ya va por la segunda edición. La edición se ha extendido por las universidades españolas y europeas y también ha llegado a todo el continente americano. Porque el interés por el arte de hablar no tiene fronteras.
Hernández Guerrero y García Tejera han escrito Historia breve de la retórica, el germen de este último trabajo común. Ese libro, que llegó a traducirse al coreano, dio pie a cursos y seminarios.
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