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Columna
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Pelea

Cinco políticos, Artur Mas, Miquel Iceta, Josep Lluís Carod Rovira, Josep Piqué i Joan Boada, hablan de la reforma del Estatut d'Autonomia en un debate que TV-3 transmite, en hora de máxima audiencia, a toda Cataluña desde el paraninfo de la Universidad de Barcelona. Los portavoces de CiU, PSC, ERC, PP e ICV se esfuerzan en buscar coincidencias y hasta Josep Piqué, que mantiene serias reticencias, deja claro que no abandonará así como así el barco del consenso. Es miércoles 13 de octubre y a esas alturas de la noche el presidente valenciano, Francisco Camps, ha acabado una conferencia en Girona en la que ha tratado de convencer a los asistentes de que la Comunidad Valenciana navega bien y no le conviene incorporarse a la euroregión que impulsa el presidente catalán, Pasqual Maragall, porque eso la situaría "en la periferia". Piqué y Camps son gente de modales suaves, educados, lo que les distancia de la brusquedad de algunos de sus correligionarios. Ambos juegan a la defensiva: Camps frente al Gobierno socialista y la indiscutible capacidad de iniciativa política de su vecino Maragall; Piqué, en una Cataluña gobernada por el tripartito de izquierdas y catalanista. Sin embargo, el primero se refugia en la ortodoxia partidista más roma e inane, mientras el segundo busca una línea creativa de apertura hacia las complejidades de la España plural. Piqué es una rara avis en el PP, como el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, aunque sin los estigmas de herejía que la inquisición aznarista le ha colgado al segundo en las refriegas que sacuden al partido de Mariano Rajoy. Es obvio que Gallardón y Piqué apuntan a una derecha más abierta, menos doctrinaria, más moderna y centrada: una derecha imposible, por ahora. ¿A qué apunta Camps? Su enfrentamiento con los zaplanistas se agrava de cara al congreso regional. ¿Por qué? ¿A causa de qué diferencias? Tratan de sostener los de Zaplana que el campismo es la derecha y ellos el centro. Justo lo contrario sostienen los campistas. Las caras de unos y otros (Díaz Alperi, Fabra, Barberá, De España, Ripoll, Castellano...) conforman un barullo que descarta el matiz. En la pelea, ni los aliados ni las formas distinguen a Camps.

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