"Soy feliz y me da igual donde juegue"
Desde que llegó al Camp Nou, todas las mañanas se repite la misma historia cuando Henrik Larsson aparece en el vestuario: saluda en castellano -"habla poco y todavía bastante mal, pero esforzarse se esfuerza", reconocen sus compañeros-, busca su taquilla en una esquina del camerino y, mientras se dispone a cambiarse de ropa, el lugar se llena de la satisfacción que deja el sueco en el camino. "Está contento y se nota que valora lo que tiene", coinciden los empleados del club, dispuestos para ayudar a los jugadores, gente que coincide en elogiar al delantero por su trato fácil y carente de caprichos. "Recuerda mucho a Andersson", dicen en alusión a su compatriota, el central que estuvo en el Barça.
Larsson se ha ganado al público con la misma facilidad que el vestuario se rindió a su aura profesional. "Es dios en el Celtic y en Suecia, pero no lo parece", advierte Navarro, su vecino de taquilla. Si los compañeros sólo necesitaron unos días para darse cuenta, a la afición le bastaron dos goles y 192 minutos de juego en el Camp Nou -fuera ha marcado otro y ha jugado 203 minutos más- para expresarle su cariño. Tan sorprendido y halagado se siente como feliz se muestra al ver contenta a su esposa, que disfruta junto al mar en su casa de Gavà. Así que nada parece perturbar su continuidad una temporada más.
A Larsson le bastará jugar el 70% de los partidos que dispute el Barça esta temporada para que su contrato quede renovado automáticamente. Pero en el Camp Nou están tan contentos que esa cláusula parece papel mojado. "Le renovaríamos ahora mismo, juegue o no juegue lo estipulado, porque es evidente que ha encajado en nuestra idea de club", dice un alto cargo con despacho en las oficinas. Y desde los despachos hasta el banquillo se le agradece ser una solución antes que un problema: "Soy feliz jugando en este equipo. Me da igual si lo hago por la derecha, en el centro o por la izquierda. Y si no juego será porque es bueno para el equipo", confesaba ayer tras una larga sesión de masaje, consciente de que hoy jugará su quinto partido como titular. La baja por lesión de Giuly le cede otra vez la banda derecha del ataque en su primer duelo barcelonés.
Después de firmar 15 goles en los 30 derbies que disputó en Glasgow como jugador del Celtic, ayer se veía incapaz de comparar aquello con lo que le espera en Montjuïc esta noche: "Si ves un Celtic-Rangers, cuesta explicarlo. Si juegas el partido, es imposible", confesaba; "creo que el derby de Glasgow es el partido más cargado de sentimiento de todo el mundo".
Por el volumen de ventas, su camiseta es la única que hace sombra a la de Ronaldinho en la tienda oficial del Barça y por su capacidad para convertir sus remates de primera desde dentro del área en gol -tres de tres, dos con la derecha y uno de cabeza-, se justifica su carisma tanto como su instinto cara al gol. Por eso subirá hoy a Montjuïc vestido de azulgrana tan dichoso como se le ve llegar cada día al Camp Nou, dispuesto a gritar gol en otro derby.
Titular o suplente, extremo o ariete, a balón parado o en movimiento, siempre llega el gol inevitable de Larsson.
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