Los secretos de la matrícula de honor

Saben estudiar y lo han demostrado de sobra. Sus expedientes académicos lo atestiguan. El ingeniero de Caminos Alejandro Ruiz y la trabajadora social Milagros Pérez son dos de los cuatro estudiantes de la Universidad de Granada que han obtenido este año un premio de Fin de Carrera de Educación Universitaria, otorgados por el Ministerio de Educación. La jurista Laura Rodríguez-Rico y la psicóloga Lucía Díaz, se han quedado a las puertas al clasificarse en segundo lugar. Los cuatro cuentan sus secretos para triunfar en la facultad.

- Saber elegir. Al terminar COU, Alejandro no lo tenía muy claro. Lo que sí sabía era que le gustaba la ciencia, pero la ciencia aplicada a algo. "Antes de inscribirme busqué información sobre las asignaturas de varias ingenierías y algunas carreras de ciencias puras", recuerda el ingeniero de esos días. Pudo permitirse elegir gracias a sus calificaciones en selectividad, algo que considera "fundamental" para evitar frustraciones.

Algo que, sin embargo, sí le tocó sufrir a Milagros que afrontó el paso a la facultad todavía más desorientada. "Salí perdida de COU, porque en el instituto no me dijeron nada sobre las distintas carreras". Le gustaba relacionarse y tenía cierta conciencia social así que se apuntó a Periodismo, una carrera conocida y bien considerada en su pueblo, Ubrique (Cádiz). Sus primeros seis meses de carrera fueron un absoluto desastre; la carrera no estaba hecha para ella. "Pedí información sobre otros títulos y así fue como me encontré con Trabajo Social", explica. "Para mi familia fue un trauma, porque no sabían que eso existiera", recuerda. "Ahora, sin embargo, se alegran".

A los padres de Lucía también les sorprendió mucho que esa niña con tan buenas notas se decantara por Psicología después de toda una vida pensando en el Medio Ambiente. "Una semana antes de echar los papeles me dio el punto", explica la recién licenciada. "Acababa de leer El mundo de Sofía, de Jostien Gaarder, y me di cuenta de que me gustaban esos temas", explica la psicóloga.

Laura, sin embargo, estudió Derecho como podría haber estudiado cualquier otra cosa. "Llegué a la facultad desde Ciencias Puras, porque, aunque me gustaban las leyes, no quería cerrarme ninguna puerta", explica. "En COU me di cuenta de que me enriquecían más las humanidades y entre todas ellas, Derecho era la que más posibilidades ofrecía", cuenta. "Creo que en la decisión también influyó mi familia que está llena de juristas", añade.

- ¿Condiciones innatas? Ninguno se considera más listo que sus compañeros. El esfuerzo, según todos, es la clave del éxito. "El secreto es el trabajo y la constancia, nada más", opina Alejandro. El ingeniero no niega que la inteligencia ayude, pero no sirve de nada sin sacrificio. "El más listo sólo trabaja menos para aprenderse los contenidos de cada asignatura".

La adaptación es lo fundamental para Milagros y Laura. "Es una cuestión de hacer las cosas tal y como te las exigen", dice la primera. Laura lo explica mejor: "No todas las materias se estudian igual. Las más teóricas exigen memoria, es verdad, pero hay otras mucho más prácticas y un tercer grupo en las que lo que funciona es la reflexión", afirma la joven jurista. "Saber relacionar y tener una actitud crítica" son otras dos cualidades que Laura considera imprescindibles porque sin ellas, "la memoria no sirve para nada".

La pasión y el gusto es lo que guía a Lucía, aunque reconoce que no todas las materias le agradaron por igual. "Algunas tienes que afrontarlas con esfuerzo y voluntad, y saber aplazar las satisfacciones inmediatas, porque te cuesta más estudiarlas".

- El mito del trabajo diario. No se trata de un cliché. Lo de estudiar cada día y no dejar todo para el final, funciona. "Lo que yo hacía todas las tardes era leer los apuntes. Con el tiempo me creé ese hábito que, la verdad, no me costaba nada, porque me gustaba mi carrera", explica Milagros, que sin embargo no siguió esa rutina en los seis meses que estudió Periodismo, su gran decepción.

Laura coincide con la trabajadora social. "Yo no memorizaba, sólo leía, subrayaba lo importante y, a veces, completaba los apuntes", dice la segunda clasificada en Derecho. "Cuando llegaban los exámenes sólo tenía que profundizar, para poder contar algo más de lo que estaba allí escrito y así sacar buena nota".

"Los días normales, estudiaba, pero en plan relajado", explica, por su parte Lucía. "Leía y subrayaba, pero no dejaba de lado ningún plan por trabajar", añade. Sólo se ponía en serio a un mes de los exámenes, cuando le decía "adiós al mundo, hasta dentro de dos meses".

- El momento crucial. Repasar y dormir bien son los secretos para rendir en un examen, según los premiados. Alejandro añade otro: "mezclar la teoría y los ejercicios" para evitar el embotamiento. Milagros explica que no era de aquellas "que se daban el atracón". "Como había leído antes, lo tenía todo fresco y sólo me dedicaba a repasar", explica la trabajadora social.

Laura nunca se ha pasado una noche en vela estudiando, algo que achaca al "saber planificarse". Reconoce que llegaba a los exámenes con la tranquilidad de haber participado muy activamente en clase durante todo el curso. "Soy muy exigente, así que mis nervios no eran por suspender, sino por la posibilidad de no sacar matrícula de honor", confiesa con cierta vergüenza.