Mujer en la ventana
Apoya la cabeza en las manos
En las manos apoya la cabeza
Apoya
Apoya los codos
En el marco de la ventana
Mas no es la cabeza lo que pesa
Pesa el aburrimiento acumulado
Pesa lo que no se mira
Pesa lo que insiste
Eso que se da discreto tangencial inabordable
Eso que a sabiendas de no existir se busca
Pesa
Pesan las cosas tontas tras las que se fue
Pesa el saberse ajeno a lo otro a lo infinitamente otro
Pesa el asedio de lo otro el opaco brillo de una garra
La pesadilla de un hocico
Pesa la fotografía del apoyar la cabeza en las manos
Pesa como talco inmasticable el mínimo destello de nostalgia
Pesa la muela barrenada el miembro amputado
Pesa la mano que copia de una copia la caricia
Pesa la caricia con la que uno mismo se consuela
Pesa la intención de la promesa con la que uno mismo se inventa
Y pesan
Infinitamente cómo pesan las sombras en los sueños
Infinitamente cómo pesan lo discreto lo tangencial lo inabordable
Y pesan como sucesos de la piedra lo detenido de los días
Lo que acuchilla y no desangra
Lo que la certeza mentirosa
Intensifica
Pesa pesan
En cada rostro que se detiene con las manos
En cada mirada tras ningún objeto
En lo incumplido
Con su música de escupitajo embadurnando
Con su sonrisa carnicera masticando polvo en el desprecio
Y pinchan cómo pinchan
Desde lo incompleto las mil maneras del bostezo
Desde la promesa de antemano incumplida
Las incontables ansias de otra vida
Enrique Noriega (Ciudad de Guatemala, 1948) es autor de los libros de poemas Oh banalidad (1975); La pasión según Judas (1990) y El cuerpo que se cansa (1998).
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