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Reportaje:LA DESTRUCCIÓN DE LOS LIBROS

Memoria quemada en Weimar

Tres semanas después del incendio el otoño se ha apoderado de Weimar. Hace un día de perros, pero ni la lluvia, ni los vientos racheados consiguen disipar el tufo del incendio que tres semanas atrás devoró un trozo de la memoria cultural de Alemania en lo que quedó de la biblioteca de la duquesa Anna Amalia. En la tarde-noche del 2 al 3 del pasado septiembre el fuego se inició en la sala rococó de la biblioteca que contaba con un millón de ejemplares. Por suerte, no todos los libros estaban en el lugar del incendio. La mayoría se encontraban repartidos por diversos almacenes de Weimar en espera de su alojamiento definitivo en un edificio subterráneo cuya construcción se prevé concluir a finales de año. Por desgracia, el incendio se produjo apenas unas semanas antes del traslado definitivo de los libros a lo que será una biblioteca con todos los avances de la técnica moderna.

Cincuenta mil libros, en especial de los siglos XVII y XVIII, han sido pasto del fuego en la biblioteca de Weimar
Semanas después aún sigue el rescate de libros

El balance de los daños del incendio se ha incrementado con el transcurso de los días. Unos 50.000 libros, sobre todo de los siglos XVII y XVIII, fueron pasto de las llamas; 28.000 se libraron con graves daños por el fuego; 34.000 sufrieron las consecuencias de los chorros de agua que lanzaron los bomberos para sofocar el incendio. Se rescataron otros 28.000 libros, salvados gracias al esfuerzo, a veces heroico, de los voluntarios que formaron una cadena humana para transportarlos y arrancarlos a las llamas. Ramona Wassermann, una joven de 27 años, aprendiz de encuadernadora, se lanzó a la calle en su bicicleta en cuanto tuvo noticia del incendio, entró en la sala rococó y recuerda: "Era un caos total. Todos transportaban libros y nosotros hacíamos lo mismo. Nos acercábamos a las estanterías, los metíamos en cajas de cartón que se sacaban a través de una cadena humana. Estábamos detrás de la estantería de las biblias y venían bomberos que se llevaban los libros. Yo trepaba a las escaleras de mano y bajaba los libros. Me pareció fantástico que siempre había un bombero a mi lado que me decía 'otro más, carga otro más'. Había que tener cuidado para no resbalar en el suelo. Cuando esto ocurría siempre había alguien al lado que te ayudaba. Yo no sé de dónde sacaba fuerzas. Sólo sé que me movía a velocidad de locura y saltaba los escalones de dos en dos. El agua caía sobre nosotros y los ojos ardían".

La amenaza de hundimiento

del techo hizo que los bomberos cerrasen el acceso, pero cuentan las crónicas de aquella noche que el director de la biblioteca, Michael Knoche, se abrió paso hacia el interior sin reparar en las llamas de 30 metros y se lanzó como un poseso hacia la galería superior donde se encontraba la valiosa colección de biblias de Anna Amalia. A ciegas en medio del humo y la oscuridad acertó Knoche con el lugar donde se encontraba la Biblia de Lutero y con ella en los brazos salió al exterior. Se trata de un valioso ejemplar del año 1534 con 120 ilustraciones en color de Lucas Cranach el Viejo, uno de los múltiples alemanes ilustres que vivieron en Weimar y la convirtieron en el centro intelectual de Alemania.

Al amparo de la ilustrada Anna Amalia, duquesa de Sajonia-Weimar-Eisenach, una princesa de Braunschweig-Wolfenbüttel, que en marzo de 1756 llegó a Weimar tras la muerte de su esposo para ejercer la regencia en nombre de su hijo menor de edad Carlos Augusto, se creó en la pequeña ciudad de Turingia un biotopo intelectual en el que vivieron y crearon entre otros el genio universal Johann Wolfgang Goethe, que fue director de la biblioteca desde 1796 hasta su muerte en 1832, y Friedrich von Schiller que escribió allí varias de sus obras más importantes y estrenaba sus piezas en el teatro de la ciudad. En Weimar vivieron los músicos Johann Sebastian Bach y Franz Liszt y el filósofo Friedrich Nietzsche. En 1919 Walter Gropius fundó en Weimar el movimiento artístico de la Bauhaus. En el teatro de la ciudad se aprobó la constitución que sentó las bases de la República de Weimar, la primera democracia alemana destruida por el nazismo. También los nazis dejaron su impronta en ese templo del espíritu al instalar en sus alrededores el año 1937 el campo de concentración de Buchenwald en los mismos lugares por donde paseaba Goethe.

En medio de ese marco la biblioteca Anna Amalia constituía uno de los puntos de visita obligada con su sala rococó, sus pinturas y sus bustos de ciudadanos ilustres de la ciudad. El busto de Goethe resistió a las llamas y al agua y pudo ser trasladado con una grúa. Al hacer balance de los daños el director de la biblioteca, Knoche, eleva a 160.000 la cifra de libros perdidos del todo o dañados por fuego o agua. Los destruidos son sobre todo obras del siglo XVII y XVIII, "a las que hay que añadir la colección de partituras de Anna Amalia de 1739 a 1807 y las de la hija del zar Maria Pavlovna de 1786 a 1859, más de 800 partituras". Sobre los libros que se libraron de la quema destaca Knoche "la colección de incunables medievales manuscritos, la mayor colección del mundo de Fausto , las obras de Shakespeare y las bibliotecas privadas de Nietzsche y Liszt que estaban guardadas en otros almacenes".

Tres semanas después del in

cendio todavía continúan las tareas de rescate de libros en lo que fue en su día gloriosa sala rococó de la biblioteca hoy convertida en un edificio casi en ruina con andamios, escaleras y cajas de cartón para mudanza. Un pequeño grupo se ocupa de escarbar entre la ceniza. Con palas llenan unos cubos en los que se recoge calcinada una parte de la cultura alemana. Con cuidado se separa lo que se puede rescatar. Los libros rescatados el día del incendio y los restos que se recogen todavía ahora se envían a un centro de conservación de Leipzig donde intentan recuperarlos. Se estima que allí se tratarán unos 40.000 ejemplares dañados por el agua que se someterán a un proceso de congelación para secarlos y evitar que con la humedad se desarrollen a toda velocidad los hongos destructores. Arrancar la humedad de los libros es un proceso que dura de tres días a varias semanas, según el tamaño. Cuando el libro tras el proceso de congelación y secado recupera su grado normal de humedad puede volver a la estantería después de examinar si necesita una restauración. El gerente del centro de recuperación de Leipzig, Manfred Anders, declaró que lo que se puede hacer por la restauración "depende de la cantidad de dinero que la Fund0ación Weimar Clásica

[administradora del patrimonio cultural de la ciudad] esté dispuesta a gastarse".

Hasta 46 toneladas con libros dañados y restos se enviaron de Weimar a Leipzig. Para los primeros días de octubre estaba prevista la entrega de los primeros libros recuperados. Durante la visita del enviado de EL PAÍS al lugar del incendio apareció en una hondonada entre dos alas del edificio una especie de galería de mina con montones de restos de libros quemados en el fondo. Dos obreros con cascos en la cabeza descendieron colgados de cuerdas. Allí en el fondo llenaban calderos con restos de cenizas y algunas páginas más o menos enteras. Los calderos se recogían y esparcían sobre el suelo donde otros los examinaban y preparaban para su envío al centro de recuperación en Leipzig. Los trabajos de recuperar lo que se pueda de la memoria quemada una noche de septiembre continúan en Weimar.

Estado en el que quedó la sala rococó de la biblioteca Anna Amalia de Weimar después del incendio.
Estado en el que quedó la sala rococó de la biblioteca Anna Amalia de Weimar después del incendio.TORSEN HEMKE

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