La historia y los matrimonios gays
Uno de los argumentos esgrimidos con mayor frecuencia por quienes son contrarios a las uniones matrimoniales entre homosexuales me ha suscitado cierta reflexión, pues siempre es recomendable profundizar en las frases hechas y mil veces repetidas. Dice así: "Ninguna sociedad o civilización ha permitido nunca el matrimonio entre homosexuales, la historia nos demuestra que está mal". Y punto. Irrefutable, de esas cosas que dejan boquiabierto (o bien planchado, según el caso) al personal. Pero la Historia, con mayúscula, es susceptible de ser interpretada de muchísimas maneras, como bien sabemos.
La andadura del ser humano sobre la Tierra es insignificante en comparación con la existencia del planeta y de otros organismos, aunque en esa insignificancia nuestra algunos milenios nos parezcan mucho. Otros hubo tiempo atrás que, asustados, consideraron como animales inferiores e incapaces a las personas de raza negra. La brillante historia de Occidente frente a lo primitivo de sus culturas lo demostraba. Vinieron para ser nuestros esclavos. Pero el tiempo pasa y las sociedades avanzan. ¿Cuántos siglos de historia hasta que las mujeres alcanzamos nuestros derechos, merced a lo cual puedo yo hoy escribir esta reflexión?
Sí, otros ha habido que han creído que su momento histórico era definitivo, que ya estaba todo logrado, todo pensado, todo bien clarito. El ser humano es un ente en constante cambio, su sistema de ideas y valores también. Ésta es la enseñanza que yo extraigo de la historia de la humanidad hasta la fecha.
Espero que pronto el matrimonio entre gays y lesbianas sea una realidad a la que estemos acostumbrados, y que la indignación del respetable se manifieste con tanta rotundidad hacia alguno de los cientos de temas que lo merecen más: muertes, abusos, y no esto que al fin y al cabo tiene que ver con el amor entre dos personas, sean del género que sean.
Marta Bizcarrondo es catedrática de Historia Contemporánea.