"Eran unas chicas normales, alegres y solidarias"
Silvia Nogaledo, de 28 años y Aurora Rodríguez, de 23, eran jóvenes "normales, alegres y solidarias", según muchas de las personas que las conocían. Ambas tenían novio. El de Aurora, Gonzalo, cumple hoy 23 años. Ella fue asesinada el día que los cumplía. Llevaban más de 4 años saliendo juntos. Los padres de Aurora, dedicados toda su vida a la agricultura en Toral de los Guzmanes, quisieron para su tercera hija una vida mejor. Acabado el COU en el instituto del cercano pueblo de Valencia de Don Juan, su afición al deporte la llevó a intentar sacar un trabajo fijo en el Cuerpo Nacional de Policía.
Las pruebas físicas eran su fuerte. Los estudios en la Academia de Ávila le llevaron, como a su paisana Silvia, de Noceda del Bierzo a las prácticas en Barcelona. Mari Luz Cadenas recuerda a su amiga Aurora como una chica "expresiva, habladora y risueña", a la que le gustaba contar chistes y divertirse como a todas las jóvenes de su edad. "Era muy bondadosa y solidaria. Daba todo lo que tenía si se lo pedías", agrega.
Silvia era más reservada. Le gustaba salir de fiesta con amigos del pueblo o de la promoción, pero sobre todo con la familia, y en particular con su hermano Jorge, ciclista de un club de Pontevedra, quien ayer en una breve conferencia de prensa en el Ayuntamiento de Noceda pidió justicia y respeto a la intimidad en estos momentos "tan duros".
Su novio, Alberto, trabaja en una sucursal bancaria en Bembibre. La joven era estudiosa, con una fuerza de voluntad "extraordinaria".
Parientes en la policía
Siempre que el trabajo o los estudios se lo permitían, regresaba al pueblo. La familia de Silvia tiene una pequeña empresa de construcción que trabaja en la zona. Varios familiares son policías y guardias civiles. De ahí su decisión de ingresar en las Fuerzas de Seguridad.
Ambas jóvenes muertas se conocieron hace pocos años, compartían algunas aficiones y, sobre todo, su ilusión por el trabajo en el Cuerpo Nacional de Policía. Quizá el novio de Aurora fue el último que habló con ella en la noche del pasado lunes, horas antes de su muerte.
El joven la telefoneó sobre las 23.00 para darle las buenas noches, como siempre, y recordarle que al día siguiente sería el primero que la llamaría para felicitarla por su cumpleaños.
Toda su familia, incluido su padre, Raimundo, enfermo de diabetes, la llamó, pero ella ya estaba muerta. Él y su esposa, María Teresa, se enteraron del asesinato de su hija por la televisión.
Hoy, ambas serán enterradas en sus lugares de origen. Silvia, en Noceda, y Aurora, en Toral de los Guzmanes. Los compañeros de promoción llevarán los féretros al hombro en los funerales, en homenaje a una carrera truncada por el destino.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.