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Una antológica de Basiano exhibe la maestría paisajística del pintor en Pamplona

Jesús Basiano (Murchante, 1889; Pamplona, 1966) fundamentó su pintura sobre sensaciones y fue un artista de instinto para quien la pintura era un hecho de acción directa con la naturaleza. La sala de exposiciones Castillo de Maya de Pamplona alberga hasta el próximo 14 de noviembre una muestra antológica de uno de los mejores paisajistas españoles del pasado siglo. Presenta un total de 26 óleos en la primera retrospectiva dedicada al pintor en los últimos 15 años, con obras que repasan su trabajo entre los años 1916 y 1960.

Desde que diera sus primeras pinceladas en la escuela de Artes y Oficios de Bilbao, donde su familia residió los primeros años de su vida, hasta su posterior establecimiento en Durango, donde se asentó y su estilo acabó verdaderamente de forjarse, la pintura de Basiano fue una constante fluctuación entre el exquisito aprendizaje técnico depurado en la academia de Bellas Artes de San Fernando y Roma y el impulso de un arte libre, sin recetas, plasmado en la inspiración natural, acogedor de influencias impresionistas e incluso puntillistas sin renegar jamás de la realidad. Según señalaron los promotores, esta exposición desarrolla un doble objetivo: por un lado recordar a Jesús Basiano y, al mismo tiempo, presentarlo a las nuevas generaciones. Por ello se ha optado por el orden cronológico, bastante didáctico.

Retratos de los años 30

Cuadros luminosos y limpios con temas de Vizcaya, donde empezó a pintar, y del Pirineo, se suman en la exposición a paisajes y retratos captados en la década de los años treinta y telas posteriores, más próximas al expresionismo y paleta más contrastada emanadas ya de su estudio ubicado dentro de la catedral de Pamplona. Basiano expuso por primera vez en Madrid en 1925. "Fue uno de los grandes paisajistas españoles del siglo XX", señala José María Muruzábal, comisario de la exposición, para quien Basiano fue el origen de la pintura contemporánea en la Comunidad foral. Muruzábal reconoció que en la muestra "faltan cuadros" importantes, aunque indicó la dificultad de ofrecer una buena selección en un artista que pintó más de 4.000 obras.

El artista salía a pintar en bici, en autobús o en su biscúter, pintando siempre al aire libre, cargado de sus lienzos y pinceles. Basiano obtuvo en 1943 el Premio Nacional de Bellas Artes, aunque su adusto carácter y su vecindad en ciudades alejadas de los focos de poder cultural no le ayudaron a obtener mayor relevancia para un arte que se mantuvo fiel a la naturaleza del pintor.

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