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Reportaje:

Garcés vuelve a su peor versión

El 'pívot' de Estudiantes se arriesga a una fuerte sanción tras la patada que lanzó a Herreros al final del partido contra el Real Madrid

Juan Morenilla

Los enormes brazos de Rubén Garcés, pívot panameño de Estudiantes, muestran sendos tatuajes. Uno es la cara de su hijo pequeño, de poco más de un año de edad, que vive con él en Madrid y que espera un hermano; otro es una cruz sobre la que aparecen unas manos con un rosario y la frase mentally strong (mentalmente fuerte).

De eso presume Garcés, de su fuerte carácter. Y también de un físico privilegiado, de 2,06 metros y 112 kilos, el mismo que el domingo abalanzó a modo de patada sobre Alberto Herreros tras el partido contra el Real Madrid, en la apertura de la Liga ACB, que acabó a tortazos y que puede acarrearle una fuerte sanción por parte del juez único de la federación española, Juan Ramón Montero. Estudiantes ya le ha multado, lo que Garcés ha aceptado tras reunirse con el entrenador, Pepu Hernández, y el director deportivo del club madrileño, José Asensio.

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"Está preocupado. Su acción no fue correcta, pero quiso defender a sus compañeros y ahora quieren crucificarle. Es fuerte, pero nada violento", afirma Asensio. La acción de Garcés fue recogida en el acta arbitral y la sanción se espera que sea ejemplar -de partidos, y no sólo la económica, que habitualmente asciende a 1.500 euros por encuentro de suspensión- tras haber recogido las alegaciones del Madrid y Estudiantes.

La multa impuesta por Estudiantes no es la primera llamada de atención que recibe Garcés en sus casi cuatro años en España, en los que jugó un curso en el Fórum de Valladolid, con el que fue máximo taponeador de la ACB en 2001, y otros dos en el Leche Río Breogán.

En Valladolid fue expedientado en dos ocasiones. La primera, "por indisciplina" al enfrentarse al técnico, Gustavo Aranzana, que no consideraba correcta su actitud. Y la segunda, por abandonar sin permiso una concentración. Fue el 12 de septiembre de 2001, el día posterior a los atentados terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York. Su compañero John Williams, estadounidense, se negó a viajar en avión con el equipo por miedo y obtuvo la autorización para no hacerlo. Garcés, sin consultar con nadie, se fue a su casa.

El Breogán le fichó en 2002 con "el cartel de polémico", aunque, afirman en el club, "nunca tuvo ningún roce con nadie".

En Estudiantes, al que llegó para cubrir el hueco del ahora madridista Felipe Reyes, ha vuelto a perder los nervios. Y el control de su físico. "Tiene una gran corpulencia que aprovecha para jugar cerca del aro", explica Asensio.

Garcés realiza unos 500 abdominales diarios y es habitual de las Ligas de verano. La última le llevó a Estudiantes en un gran estado de forma. Tanto que en un ejercicio dobló a Azofra y Loncar mientras corrían series de 300 metros. "Estar fuerte es fundamental para mi juego. En casa nunca estoy parado. Hago pesas o voy al gimnasio", afirmó en la revista Gigantes.

Con 31 años y la nacionalidad española en trámites, Garcés apura una carrera que comenzó muy tarde, a los 19. Antes ejercía de futbolista merced a una beca universitaria y a su afición al Boca Juniors. Incluso fue internacional cadete con Panamá hasta que los técnicos de baloncesto le convencieron para que probara ante la canasta. Ocho años después jugaba en los Phoenix Suns y luego en los Golden State, ambos clubes de la NBA, y el Villeurbanne, francés. Hasta llegar a España y mostrar sus dos caras.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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