Demasiado lentos
Era la una de la madrugada del 30 de septiembre cuando, esperando junto a varias personas en la parada del búho (esquina al paseo del Prado con Atocha), vi cómo dos hombre comenzaron a pelearse. Al rato, el que dio el primer golpe acabó inconsciente.
Ya que soy socorrista, cogí mi móvil y llamé al 112 mientras me acercaba al único herido (el otro permaneció a un lado esperando su búho). Mientras me preguntaban repetidamente por lo ocurrido y por mis datos y las características físicas de los participantes en el altercado sin preocuparse de socorrer al herido, éste recuperó la consciencia y, pasado un rato, se levantó (sangre en la boca y la ceja, y ebrio). En ese momento, debería de haber aparecido algún miembro de la policía o el Samur. Pero el único coche de policía que vimos pasó de largo; es obvio que no se había avisado. Diez minutos después llegaron los autobuses. Uno de los hombres se montó en uno, el otro se fue andando. Pasados 25 minutos, ya en pijama, recibí una llamada: la policía se preguntaba por qué no había nadie en el lugar del accidente.
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