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Columna
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El quinto 'shock' del mercado petrolero

Joaquín Estefanía

El petróleo había desaparecido de las preocupaciones de los dirigentes y los consumidores desde hacía tiempo. Los principales problemas económicos de la humanidad tenían que ver con el contagio de las crisis financieras y con la distribución de la renta y la riqueza, con un crecimiento exponencial de la desigualdad. Pero el petróleo ha vuelto. No sólo en lo que se refiere a la coyuntura de los mercados, sino en términos estructurales: lo que algunos especialistas auguran como el final de la era del petróleo barato.

Octubre ha comenzado en España con máximos históricos en los precios de los productos derivados del crudo; la pasada semana se daban tres subidas casi seguidas de ese precio. La tendencia al alza en los mercados de futuros es de tal intensidad que la principal duda sobre el cumplimiento de los Presupuestos del Estado de 2005 y de su cuadro macroeconómico (en lo referido a crecimiento del PIB y a la inflación) tiene que ver con esos precios.

Más que un problema de producción hay un problema de comercio del crudo
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La huelga general en Nigeria lleva al 'brent' hasta los 50 dólares

La asamblea del FMI y del Banco Mundial celebrada en Washington ha dado carta de naturaleza a ese riesgo. El crecimiento de la economía mundial durante 2004 llegará a un 5%, el mayor porcentaje en tres décadas. Pero las perspectivas para el próximo ejercicio reducen el crecimiento del PIB mundial al 4,3%, debido a la amenaza del incremento del precio del petróleo. Como describía Guillermo de la Dehesa en estas mismas páginas (Los efectos económicos de la subida del petróleo, EL PAÍS del 20 de septiembre), un incremento del precio de esa materia prima tiene dos rondas de efectos nocivos: la primera ronda, a corto plazo, supone una reducción del PIB y un aumento de la tasa de inflación en los países importadores de crudo; en una segunda ronda, a medio y largo plazo, queda afectada la producción industrial, se reduce el consumo por la caída del poder adquisitivo de los ciudadanos y cae la inversión.

Y sin embargo no tiene la misma profundidad este shock del mercado petrolero que los anteriores. Comparemos. En una conferencia dada en la Fundación Rafael del Pino sobre la economía de la transición española, el primer ministro de Economía y Hacienda de Felipe González, Miguel Boyer, proporcionaba los datos para la analogía: "El crudo de petróleo, llamado brent, que estaba en 1972 el equivalente a 8 dólares actuales por barril, pasó a 11,5 dólares en 1973 y a 38 dólares en 1974 [primera crisis del petróleo, relacionada con la guerra del Yon Kipur]. En los siguientes cuatro años permaneció estable en un nivel de 36 dólares actuales, pero en los dos siguientes [segunda crisis del petróleo, motivada por la guerra entre Irak e Irán] se produjo una nueva alza brutal, subiendo el crudo brent a 74 dólares actuales en 1979, y a 78 dólares actuales en 1980. Precios tan altos no se habían visto desde la Guerra de Secesión americana. A efectos de comparación, recuerdo que en 2003 el nivel medio del brent era de 28 dólares". Hoy, todavía no ha llegado a 50 dólares.

Ya se ha comentado suficientemente la situación de la oferta y de la demanda actual de petróleo para justificar la subida. Crece la demanda por el despegue de la economía americana y, sobre todo, por la incorporación como fuertes importadores de países tan gigantescos como China e India; además, con el invierno comienza la temporada más alta de consumo de energía para calefacción. Y al tiempo, la oferta está en el tope e incluso disminuye por los problemas bélicos en Irak, las dificultades políticas de importadores como Nigeria, o la batalla legal de un gigante como Yukos en Rusia.

Pero, como sabemos, los mercados no son perfectos: en estos momentos más que un problema de producción de petróleo hay un problema de comercio del crudo. Es decir, además de la economía y de la incertidumbre sociopolítica, tiene una gran importancia la especulación. Ante la debilidad de las bolsas de valores y la atonía de los mercados de divisas y de deuda, los especuladores (entre los cuales están las principales firmas de Wall Street) se han fijado en el petróleo. De tal manera que el crudo ha devenido en la principal mercancía física con la que se comercia en la actualidad en los mercados financieros.

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