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EL XV CONGRESO DEL PARTIDO POPULAR

Rajoy: "Los ciudadanos no nos piden genialidades ni que seamos lo que no somos"

Pide el apoyo para ser el presidente del "único partido dispuesto a mantener España unida"

Mariano Rajoy pidió ayer a su partido la reválida de su liderazgo para sustituir a José María Aznar. Afirmó que lo hacía sin que le "recomiende nadie". Y que su pretensión es que "la mayoría de los españoles vuelva a decir 'éstos son los míos' y lo refrende con sus votos". Eso lo harán, según Rajoy, si el PP se ofrece como "un partido unido, con un discurso coherente, al servicio de España y de los españoles". Improvisó un añadido a su discurso sobre lo que los ciudadanos no quieren: "No nos piden genialidades. Ni que seamos lo que no somos. Ni que demos volteretas de titiritero. Eso no nos lo pide nadie".

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Rajoy introdujo dos apostillas, con ese mismo mensaje de rechazo a que el PP renuncie a sus esencias, en un discurso que había entregado a los periodistas impreso y encuadernado. El primer dardo fue: "Los españoles nos piden certidumbres, claridad en nuestras ideas y que sepamos escuchar". Pero no piden "volteretas de titiritero" ni que nadie en ese partido intente "ser lo que no es". El segundo proyectil, varias páginas más adelante, le sirvió para remachar lo que ocurre, a su juicio, cuando un partido intenta una transformación contra su propia naturaleza y trayectoria: "Quien hace lo que no es, y además no se da cuenta, acaba siendo otra cosa".

Independientemente de las interpretaciones sobre quién es el evidente destinatario de estas invectivas que Rajoy introdujo en un discurso preparado antes de escuchar a Alberto Ruiz-Gallardón, el nuevo presidente del PP subrayó qué es lo que quiere que hagan y digan los suyos.

Les reclamó que defiendan los siguientes "rasgos" del PP: Deben decir que es "el partido que lucha eficazmente contra el terrorismo; que defiende una España diversa y plural, pero la quiere unida y solidaria; que es el partido que sabe crear empleo; con el que crece el bienestar de los españoles, y el que se distingue por la transparencia en el manejo del dinero público y la transparencia de las cuentas públicas". Y advirtió: "Ésa es la cara del PP que más gusta a los españoles. No lo olvidemos".

Dentro de esas señas de identidad, Rajoy enfatizó la defensa de la unidad de España: "Somos, por lo que se ve y lo que se oye en los últimos tiempos, el único partido que cree en esta España que habitamos, no en la que otros imaginan; el único, al parecer, que está dispuesto a mantener España unida. El único que proclama abiertamente que no consentirá que una minoría de iluminados nos la convierta en una colcha de retazos mal hilvanados".

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Ésta, según Rajoy, debe ser la principal seña de identidad del PP, pues él cree que así ven a su partido "todos los españoles, incluidos aquellos que lo consideran un defecto".

La unidad de España que enarboló el nuevo presidente del PP implica, "como dice la Constitución, que todos los españoles son iguales". Matizó que no es una igualdad que niegue "las diferencias" culturales y regionales previstas en la Constitución, sino una que exige que todos tengan "iguales derechos".

Antes de subrayar que el nuevo PP defenderá las mismas esencias que el dirigido por José María Aznar, Rajoy elogió a su predecesor. "No pienso dejar pasar ni ésta ni ninguna oportunidad que se me ofrezca para rendir un homenaje emocionado a su figura, a la del hombre que ha sido un gran presidente del PP y el mejor presidente del Gobierno que hemos conocido en España". Ésta fue la frase que arrancó la primera y mayor ovación del discurso de Rajoy. Pero tanto ayer como el viernes, el lenguaje corporal que transmitieron Aznar y Rajoy con sus fugaces intercambios de abrazos y saludos fue bastante frío.

Rajoy abundó en una tesis expuesta el viernes por Ángel Acebes sobre la actual situación política de Aznar: ambos opinan que está siendo sometido a "acoso" y "persecución". "Le acosan porque saben lo que vale, lo que representa y, eso es lo que más les duele, porque deja una herencia que querrían ver borrada de la faz de la tierra", mantuvo Rajoy para pronosticar: "No lo van a conseguir. La historia pondrá a todos en su sitio".

Pero la loa a Aznar no le impidió remachar que ahora busca el refrendo de su liderazgo sin padrinos. "No me recomienda nadie. Soy yo, por mi cuenta y riesgo, el que os pide que confiéis en mí y en las ideas que propongo".

Rajoy confesó después públicamente que pensó en dejar la política tras la derrota electoral de marzo. Hasta ahora, sólo lo había reconocido en conversaciones privadas. "Os confieso que, tras los resultados electorales del 14 de marzo, mi primera reacción fue dimitir. A pesar de mi enorme vocación política, pensé que debía dimitir".

No lo hizo porque la derrota electoral le "sorprendió" después de "la salvajada inaudita del 11 de marzo". Fue "una derrota tanto más abrumadora cuanto más inesperada". Irse en esas circunstancias habría sido, según su confesión, "enormemente mezquino" y no se lo "habría perdonado nunca". Después, según su relato, sintió "el apoyo de los militantes y votantes" en las elecciones europeas. Y, además, "el cuerpo" le "pedía seguir en la brecha". Con ese argumento, los suyos votaron ayer su lista única como presidente del PP.

Les dio, y se exigió, un encargo evidente: que el PP esté "listo y preparado de forma inmediata para cuando los españoles estén dispuestos a cambiar de Gobierno".

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