Sabias
Entre las 200 mujeres sabias reunidas por la Fundación Isonomía en la Universidad de Castellón, me he vuelto a encontrar con Sara Lovera. Mis referencias sobre ella la situaban al frente del periodismo mexicano comprometido, independiente y defensor de los derechos de las mujeres. El Día, Radio Educación, Canal 13, La Jornada..., son medios en los que ha trabajado, incluyendo la dirección durante 11 años, en un diario nacional, del primer suplemento feminista significativamente titulado "La doble jornada". Pero más novedosa todavía es la experiencia que ahora anda consolidando, y en lo posible ampliando: la primera agencia de noticias feminista en su país: www.cimac.noticias.com.
La misma Sara me ha contado esta singular aventura en la que participan ya 40 profesionales, la mitad en el Distrito Federal y el resto corresponsales, con oficinas en Oaxaca y Chiapas. En estos momentos la agencia nutre de información a 600 medios, bien a través de convenios, bien llegando a periodistas que trabajan en ellos. También elaboran un noticiero radiofónico y "aparecen" en lo que ellas llaman "la casa del diablo": la página principal de Microsoft, que les proporciona 35.000 visitas diarias.
Siempre hemos dicho que una de las máximas expresiones de la discriminación es la invisibilidad de los problemas, preocupaciones, aspiraciones, trabajos y méritos de las mujeres. Con Cimac, al menos las mejicanas ya tienen quien las muestre, porque han quebrado ese monopolio que supone la mirada viril sobre la actualidad y han convertido a las antes olvidadas en sujetos de noticias, tanto individualmente como en grupo.
Una de las campañas informativas más serias de la agencia gira en torno a los asesinatos de jóvenes obreras en Ciudad Juárez. Las periodistas de esta importante red de comunicadoras, hartas de la inacción policial, han logrado que en el mundo entero se empiece a dar a los crímenes la consideración de feminicidio encarnizado.
Periodismo militante que no es incompatible con poner por delante el respeto a la verdad, la pluralidad y la profesionalidad. Algo tendrá que hasta los editores más misóginos lo consideran creíble.
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