¿A quién reclamo?
Domingo 12 de septiembre por la tarde: parque municipal Juan Carlos I, día soleado y muy propicio para dar un paseo. Miles de personas acuden: el aparcamiento está abarrotado de coches. Primera sorpresa: los tres quioscos con terraza más céntricos están cerrados. Absurdo. ¿Abrirán los días de diario, cuando el parque esté vacío?
Inexplicablemente, los aseos también. No hay forma de sentarse a tomar algo ni de ir al baño... Se supone que uno va al parque a pasar la mañana, la tarde o el día... Para los sedientos, quedan las máquinas expendedoras, muchas. Todas prometen bebidas y helados y ninguna indica que está estropeada. Con lo cual, uno tras otro, picamos cientos de paseantes: metemos las monedas esperando obtener una botella de agua, un refresco... Sin éxito.
La mayoría de las máquinas se traga las monedas sin más explicación. No hay número de teléfono dónde llamar, no hay ningún responsable cerca a quien reclamar, la gente se va resignada.
Es el auténtico negocio. Intento calcular cuánto dinero se puede quedar en una máquina de estas una tarde veraniega como esta. Es penoso.
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