Blair renuncia al cuarto mandato antes de ser operado del corazón
El primer ministro británico es intervenido con éxito en Londres
Tony Blair revolucionó ayer el debate sobre su sucesión al frente del laborismo, y probablemente del Gobierno, al anunciar por sorpresa el jueves por la noche, poco antes de ser operado del corazón, que, en caso de ser elegido en las próximas elecciones, completará ese tercer mandato como primer ministro pero no optará a una cuarta reelección. Con ese calendario, que remite su sucesión a 2009 o incluso 2010, los analistas creen que aumentarán las tensiones para desbancar al eterno aspirante a sucederle, Gordon Brown.
Blair sabía desde hace dos meses que tenía que someterse a una operación de corazón sin mayores complicaciones pero que, sin duda, desataría el debate sobre su salud y sobre su permanencia en el Gobierno al poner de relieve que el problema de sus palpitaciones es más importante de lo que se dijo hace un año. El primer ministro decidió que lo más adecuado en esas circunstancias era anunciar su intención de completar el mandato en caso de ser reelegido pero reforzar ese mensaje, casi rutinario, con el explosivo anuncio de que ése sería su último mandato.
El anuncio se planificó con enorme cuidado: el jueves a las diez de la noche, acabado el congreso de los laboristas, cerradas las urnas de unas elecciones parciales en Hartlepool, pero antes de que se conociera el resultado. Un factor de última hora obligó a precipitarlo: el diario The Independent se disponía a revelar que los Blair acaban de comprar una casa en una lujosa zona de Londres, indicio quizá de una pronta marcha de Downing Street.
La operación de corazón, realizada con anestesia local mediante un cateterismo, se desarrolló ayer sin problemas y el primer ministro, que había ingresado por la mañana, salió del hospital a media tarde por sus propios medios y se mostró ágil y sonriente a su llegada a Downing Street.
El anuncio de Blair no parece que vaya a alterar el panorama político inmediato, pero sí a medio plazo. Los laboristas mantuvieron el escaño en juego en Hartlepool y, aunque perdieron votos, estos fueron a parar a los liberales pero no a los conservadores, relegados al cuarto puesto por detrás de los nacionalistas antieuropeos del UKIP. Es decir, a pesar de su mal momento, los laboristas parecen ganadores seguros de las próximas elecciones, probablemente el próximo 5 de mayo. Sólo una catástrofe podría impedirles alcanzar la mayoría absoluta y obligarles a formar coalición con los liberales.
Lo que ha revolucionado el primer ministro es el debate sobre la sucesión. No tanto para sucederle a él si no para arrebatarle la sucesión a Gordon Brown. Brown no sería demasiado mayor si Blair aguantara la próxima legislatura: tendría 58 o 59 años, una edad todavía aceptable para un primer ministro. Pero al retrasar cinco años la sucesión, Blair está dando tiempo a que cuajen otros candidatos, quizá jóvenes laboristas que hoy están aún verdes pero que se pueden catapultar si entran en el Gabinete tras los próximos comicios. Entre ellos destaca David Milliband, de 39 años, estratega político en Downing Street y luego viceministro de Educación. O la tímida pero enérgica Ruth Kelly, de 36 años y madre de cuatro hijos. Eso sin descartar las ambiciones de políticos más cuajados, como el cauto Jack Straw, el blairista Alan Milburn, el ortodoxo Charles Clarke, el duro David Blunkett, el extravertido Peter Hain o el veterano John Reid.
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