Carlos Beceiro rescata la música del medievo en 'Lyra mendicorum'

El ferrolano Carlos Beceiro, bajista, buzukista y miembro fundador del grupo de folk La Musgaña, ha aparcado momentáneamente su vinculación con la música castellana para recorrer el Camino de Santiago en Lyra mendicorum, su segundo disco como solista. Para esta grabación, este polifacético artista de 41 años ha restaurado partituras del Códice Calixtino catedralicio y seculares danzas anónimas encontradas en librerías de viejo. "Es un disco de música gallega, pero centrado en el medievo y alejado de todo tipismo", resume.

Después de siete discos de música castellana con La Musgaña y colaboraciones con todos los grandes del folclor estatal (Carlos Núñez, Kepa Junkera, Mestisay, Luis Delgado...), Beceiro sintió que debía "saldar una cuenta pendiente" con los sonidos de sus ancestros galaicos. Lo ha querido hacer, además, con una zanfona entre las manos, un instrumento que hasta ahora había empleado de forma intermitente. "Sí, ya sé que la zanfona no suena como un arpa ni sirve para tocar nanas, precisamente", bromea, "pero siempre me fascinó cómo un instrumento de su época podía ser tan sofisticado. Esa rueda perfecta, la manivela, los bordones, el mecanismo... es como un mini Moog del siglo XII".

El repertorio de Lyra mendicorum emplea alguna de las Cantigas de Alfonso X el Sabio, pero sobre todo se nutre de una copia del Códice Calixtino que Beceiro encontró rebuscando en la madrileña Cuesta de Moyano. "Son piezas sin medida ni compás, que yo he leído e interpretado como mejor creía. En el fondo, me siento como un humilde eslabón más en una cadena de ocho siglos". "Las melodías de la música medieval siempre me parecieron de una belleza sublime. Las tiendas no deberían colocar estos discos en la sección de clásica, sino en la de folk o músicas del mundo. Porque en el medievo se estaba gestando todo, desde los instrumentos a las polifonías, y la música dejó de ser ritual para popularizarse y entenderse como pura diversión".

Como curiosidad, otros tres temas del disco provienen de viejos manuscritos hallados en una tienda barcelonesa. Son danzas anónimas que, según Beceiro, retratan "la esencia misma" del Camino de Santiago.