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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Indagar en la mente criminal

J. Ernesto Ayala-Dip

No era en No acosen al asesino donde José María Guelbenzu indagaba por primera vez en una mente criminal. Antes, en La mirada, y desde el punto de vista del propio agente delictivo, el escritor proponía un ejercicio de interrogación moral, no tanto exactamente de una personalidad criminal como de una conciencia atormentada por los límites que fue capaz de traspasar. La sustancia moral y psicológica que impele a reflexionar sobre los dos crímenes, los de La mirada y No acosen al asesino, difiere en la solución formal de los dos problemas planteados, uno desarrollado mediante una estructura introspectiva y el otro sutilmente disfrazado tras una novela de género, pero la voluntad de problematización, la proximidad humana que compromete al lector, junto al protagonista, a reconocerse o a mirarse en su tiempo y su espacio es común a los dos títulos. No hay por tanto desdoblamiento de personalidad novelística.

LA MUERTE VIENE DE LEJOS

José María Guelbenzu

Alfaguara. Madrid, 2004

324 páginas. 17 euros

La elección de un género es

absolutamente circunstancial e instrumental, encaja según la manera de diseñar el tempo de una historia, la manera incluso en que esa historia adquiere determinado dibujo argumental, en el que los personajes son mejor resueltos en un modelo de peripecia o en otro, en el paisaje moral y físico en que determinados protagonistas quieren ser observados o comprendidos, en el tono, en el ritmo, etcétera. José María Guelbenzu no nos sorprendió con No acosen al asesino, porque reconocíamos al novelista importante que es, independientemente del género que instrumentara. Incluso me atrevería a señalar que deberíamos tener presente novelas como El río de la luna o Un peso en el mundo para calibrar de qué manera estas obras impiden que su etapa "de misterio" caiga en la rutina.

La muerte viene de lejos es su segunda novela de argumento policiaco. En ella adquiere protagonismo la juez Mariana de Marco, que ya había realizado su trabajo detectivesco en la novela anterior. En su nueva novela la narración es omnisciente, pero con esa omnisciencia solidaria con la conciencia de todos los que intervienen de manera más o menos decisiva en la narración. José María Guelbenzu, como excelente lector y crítico de novelas decimonónicas, no puede evitar trasladar su pasión a su heroína.

Por eso, durante el transcurso de la intriga, De Marco lee Tess de Urbervilles. Esta lectura no interfiere para nada en el caso que tiene entre manos, pero sería ingenuo no ver en ese acto aparentemente lúdico un conocimiento de la alienación socioeconómica que suele embargar a algunos de los héroes más emblemáticos de Thomas Hardy, sobre todo con el héroe de Jude el oscuro.

El mundo moral del escritor británico, pero también la silueta del avaro o la sombra del arribista extraída de alguna de las grandes novelas publicadas en el siglo XIX ayudan a configurar el paisaje psicológico y social de La muerte viene de lejos. No cabe duda de que Guelbenzu se ha tomado un respiro después de ese auténtico tour de force que representó Un peso en el mundo. Ese proceso de reducción a la mínima expresión que supuso aquella hermosa novela, su estoicismo formal, contrasta ahora con la fiesta de atajos, elipsis y tramoyas narrativas que exige la novela de misterio, incluido su interés hipnótico. Pero su sello estético sigue intacto.

A la juez Mariana de Marco le tocó en suerte toparse con un ser que le ha ensañado algo más sobre el mal, sobre la sospecha del verdadero o el que a la postre puede que no sea más que su versión más banal, que diría Hannah Arendt. Pero esa sospecha ya da en la novela de José María Guelbenzu para mucho. Y eso se logra si se es, como Guelbenzu, un verdadero novelista.

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