'Río'88', de Tina Turner
Río'88 representa el ápice de la carrera de Tina Turner. Grabado en el estadio Maracaná, ante 182.000 personas, es la crónica de un concierto que ingresa en el Libro Guinness de los récords por ser la mayor multitud congregada por una figura musical. Incluye los grandes éxitos de su etapa como solista y versiones que ya interpretaba en los tiempos de Ike & Tina Turner, como Proud Mary o Help. El DVD del concierto Río'88 se podrá adquirir mañana, junto con EL PAÍS, por 6,95 euros.
Río de Janeiro parece una ciudad perfecta para Tina Turner. Allí se rinde culto a la exuberancia física, se admira el control sobre el cuerpo, se reconoce la pasión. Y la Tina de 1988 encarna todo eso, aparte de la fortaleza íntima que supone superar un matrimonio abusivo y recrearse como estrella de rock tras muchos años en el mundillo del soul.
Anne Mae Bullock nace el 26 de noviembre de 1939 en la zona algodonera de Tennessee. Todos los tópicos del blues son aplicables: es abandonada por sus padres y criada por familiares; debe ganarse la vida y -en busca de mejores oportunidades- se traslada hacia la ciudad. Todavía es menor de edad cuando, en Saint Louis, sale a cantar al escenario de un club y llama la atención de Ike Turner, potente guitarrista y astuto productor de música negra.
Rebautizada como Tina Turner, se convierte en una de las más dinámicas intérpretes del circuito del rhythm and blues, con un show cargado de sensualidad. A mediados de los sesenta, cuando van cayendo las barreras raciales, Tina despierta la admiración de blancos como el productor Phil Spector o los Rolling Stones (Mick Jagger aprende mucho de sus movimientos en el escenario). Muchos de sus nuevos fans susurran que Tina no explota todo su potencial: Ike prefiere las ganancias rápidas y grabar éxitos en diferentes compañías sin pensar a largo plazo; sólo a partir de 1970, Ike & Tina Turner se convierten en artistas fijos de United Artists.
Un reportaje de la revista Rolling Stone revela la verdad de la pareja fuera del escenario. Tina vive dedicada a sus hijos, pero bajo el control de Ike, que, incluso, instala cámaras de vídeo para vigilarla mientras él disfruta de un desfile de compañía femenina -y crecientes cantidades de cocaína- en su zona privada. Además, Ike recurre a la violencia para sofocar las protestas de su mujer.
Hay justicia poética en el hecho de que, tras la huida de Tina, en 1976, Ike se hunda -artística, profesional y humanamente- mientras ella asciende a la Primera División. Asociada al manager australiano Roger Davies desde 1980, Tina seduce al gran público con sus huracanados movimientos y, atención, unos discos eclécticos, que combinan canciones clásicas y material hecho a la medida para su imagen pública: la sufridora que no se rinde, la mujer madura que exige sus derechos amorosos.
Como el resto del mundo, los brasileños se rinden ante la nueva Tina. En 1985 arrasa en el festival Rock in Rio. Los promotores cariocas se arriesgan y aciertan: el 16 de enero de 1988, una masa de 182.000 espectadores ocupa el Maracaná. Una Tina triunfal, que llega en carroza de carnaval y que baila con sambistas.
La noche de Río es húmeda y pegajosa, pero los presentes tiran sus abanicos al aire en arrebatos de entusiasmo. Tina, vestida por Azzedine Alaia, va cambiando de ropa según progresa el concierto. Aunque el escenario es obra del maestro Patrick Woodroff, ella lleva el peso del show, alternando dramatismo y desparrame: canta I can't stand the rain, Private dancer, What's love got to do with it, We don't need another hero, Better be good to me, Let's stay together; hasta adelanta su versión de Addicted to love, el tema de Robert Palmer que será su siguiente éxito. Son 80 minutos de un directo apoteósico, recogido con habilidad por Roberto Talma, realizador de la cadena O Globo. Y no importa que, a la hora de dar las gracias, Tina diga "obligato", en vez de "obrigado"; esa noche, ella reina en Río.
Babelia
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