Papeles de pared muy artísticos
El papel pintado es sinónimo de nostalgia. Muchas personas recuerdan las grecas, filigranas y variadas figuras que adornaban las paredes de sus hogares o las de sus padres. Papeles más nobles que los de elaboración industrial vestían hace dos siglos palacios y torres del País Vasco, en algún caso con obras de un gran valor estético e histórico. Algunas de ellas, en mejor o en peor estado, han logrado vencer los ataques del tiempo y de los elementos. Su origen, utilidad y restauración protagonizan la muestra El arte y la ciencia de la mano. La recuperación de papeles pintados históricos, que acoge la Biblioteca central de la UPV en el campus de Leioa hasta el 15 de octubre.
La exposición, en la que han colaborado profesores de la Facultad de Bellas Artes y de la de Ciencia y Tecnología, recoge en distintos paneles el uso de esta técnica a partir del siglo XVIII y sus antecendentes, los diferentes métodos utilizados, una descripción detallada del proceso de restauración, los complejos instrumentos científicos utilizados con este fin y ejemplos de algunas actuaciones llevadas a cabo en ejemplos de especial valor. Tal es el caso de los papeles existentes en algunas estancias del palacio Ganuza, en Eskoriatza, o de la torre de los Varona, en el pueblo alavés de Villanañe.
Estas dos edificaciones albergan, entre otros, una serie de papeles pintados franceses con motivos de caza del primer tercio del siglo XIX, época de mayor esplendor de este elemento artístico, de un gran valor y rareza. "Hasta que lo descubrimos, la bibliografía existente afirmaba que sólo existían en el mundo cinco ejemplos de este papel, caracterizado por el color rojo de las levitas de los cazadores, sustituido por el azul que se usó después. Nosotros, sin embargo, hemos hallado dos más, el de la torre de los Varona y el palacio Ganuza", resalta Lola Rodríguez, profesora de Restauración en la UPV y principal especialista sobre este tipo de ornamento.
La degradación por el paso del tiempo y el propio material, junto al desconocimiento y la falta de atención, han hecho que la supervivencia de estos papeles en el País Vasco sea precaria y escasa. Tampoco sobrevivió, aunque sí algunos de sus productos recogidos en la exposición, la fábrica de papel pintado fundada en Vitoria en 1845, una empresa que llegó a producir 60.000 rollos al año.
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