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Matti Salminen, estrella del inicio de la temporada del Liceo con 'Borís Godunov'

Hay personajes operísticos que marcan profundamente a un cantante. El gran bajo finlandés Matti Salminen (Turku, 1945) lleva tres décadas interpretando Borís Godunov, de Modest Mussorgski, y asegura que "vive el estremecedor drama moral" de Borís cada vez que se mete en la piel del zar ruso. "Interpretar a Borís es una emoción muy fuerte. No se puede cantar, se ha de vivir su drama moral para poder transmitirlo al público con toda su intensidad", asegura Salminen, estrella de la ópera rusa en el montaje que mañana inaugura la temporada lírica del Liceo de Barcelona.

Salminen, que dentro de dos años cumplirá 40 años ininterrumpidos de carrera profesional, sigue al pie del cañón con una energía arrolladora y una forma vocal impresionante. Lo demostró la pasada temporada del Liceo con un triunfal Hagen en El ocaso de los dioses, de Wagner, y ahora vuelve como protagonista de la ópera rusa más importante de la historia, Borís Godunov, que ya cantó en el coliseo lírico barcelonés en 1985 y ahora interpretará en su versión original, en un montaje firmado escénicamente por Willy Decker y musicalmente por Sebastian Weigle, nuevo director musical del coliseo lírico barcelonés.

Versión original

"El primer Borís conserva mejor que ninguna de las versiones posteriores la veracidad musical y dramática de esta extraordinaria ópera", comenta el bajo finlandés refiriéndose a la versión original compuesta por Mussorgski entre octubre de 1868 y diciembre de 1869, inédita en el Liceo. Una versión que retrata el drama interior de Borís a través de siete escenas que se suceden sin descanso en la producción que llega al Liceo procedente de la Nederlandse Ópera. Del montaje, estrenado en Amsterdam en 2001, se ofrecerán 12 funciones hasta el 17 de octubre.

"El pueblo es el verdadero protagonista de esta ópera. Los acontecimientos políticos, las intrigas, se suman al drama interior de Borís, a su sentimiento de culpabilidad, y multiplican la tensión", comenta. "El montaje de Willy Decker es muy inteligente. Sé que el público agradece los descansos para tomarse una copa, pero es tal la tensión acumulada en estas siete escenas que resulta imposible hacer una pausa".

A lo largo de su carrera, Salminen ha trabajado con grandes directores de orquesta y de escena, pero también ha topado con "muchos charlatanes que experimentan con una ópera sin saber nada de la obra". No los soporta, aunque evita dar nombres. "En la ópera, como en todo arte, hay que ir hacia delante, pero sin falsear lo que está escrito en la partitura. Lo difícil es decir algo nuevo, demostrar inteligencia y fantasía en la puesta en escena de una ópera sin alterar su contenido pero adaptándola a la sensibilidad actual", asegura.

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