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Reportaje:FÚTBOL | Segunda jornada de la Liga de Campeones

Toque a rebato en Chamartín

El estado crítico del Madrid lleva a García Remón a contar con Zidane frente al Roma sin que esté curado de una luxación

Diego Torres

Sale Zidane del vestuario del Madrid. Serio, con una sonrisa ligera que lleva como un callo en su cara diplomática. Curtido en mil conflictos, camina con el tren superior rígido, envuelto como está en una faja elástica que le aprieta el brazo y el hombro derecho, sujetándoselo al tronco. Saluda con una reverencia aristocrática, un poco robótica, y cuando le preguntan si jugará hoy contra el Roma dice: "Oui". Acelera y se va solo, a su casa, con el hombro derecho luxado a medio camino de la curación. Sin poder levantar la mano para rascarse la cabeza, sin emitir una queja, sin traicionar la grandeur. Pasará la noche con su familia. El Madrid ha suspendido las concentraciones que había impuesto José Antonio Camacho y la apariencia de serenidad esconde la tensión de la crisis.

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Zidane se siente obligado a saltar hoy al césped del Bernabéu por imposiciones del guión trágico del Madrid de los últimos meses. No está perfecto, pero da la casualidad de que el Madrid no perdió con él ningún partido oficial desde el inicio de la temporada: cuatro victorias de cuatro. Desde que se lesionó, en Leverkusen, el promedio ha sido de tres derrotas, un triunfo y un entrenador menos: Camacho. En las dos últimas semanas la situación debe haberse vuelto tan inquietante en el vestuario que el nuevo técnico, Mariano García Remón, ha echado mano de Zidane sin atender a su menoscabo físico. Tan grave está la cosa que no sólo ha declarado un llamamiento general. Ha definido el partido de hoy -pura rutina en otras condiciones- como "una gran final".

La "gran final" contra el Roma es el segundo partido que juega el Madrid en la liguilla de seis de la primera ronda de la Liga de Campeones. Después de la derrota en Leverkusen, el equipo necesita agarrar los tres puntos para no meterse en más problemas y encauzar el trámite de la clasificación. Pero, a diferencia de lo que ocurre en vísperas de las grandes finales europeas y a diferencia de lo que hacían hasta hace una semana por orden de Camacho, los jugadores no practicarán el rito conservador del aislamiento. Ayer salieron cada uno por su lado en busca del coche y la casa. Como en los buenos viejos tiempos de Vicente del Bosque, el Madrid no se concentrará en un hotel la noche anterior al encuentro. En esto, como en muchas cosas, García Remón practica la delbosquización. Ésta es una reacción natural a la tendencia anterior, promovida desde la directiva contratando a Camacho, de presuntos métodos marciales para sacar a la plantilla del "desorden" y la "falta de autoridad". En Montjuïc, después de tres partidos de Liga, el desorden se tragó a Camacho, víctima de advertencias y llamadas a la compostura que no le gustaron un pelo. Los jugadores le exigieron que dejase de maltratarles a gritos.

Asuntos de intendencia aparte, García Remón inyectó una buena dosis de épica en su discurso de ayer: "Todo el mundo que va a ir al estadio debe formar un ambiente de Liga de Campeones, de los que han hecho famoso al Bernabéu. Saben lo que nos jugamos y el socio se da cuenta de que la actitud de los jugadores es buena y la profesionalidad está al ciento por ciento. Estaremos todos juntos para disputar una gran final".

El rival de "la final" no será el Arsenal, ni el Milan, ni el Manchester United. Ni siquiera el Oporto. El equipo que hoy visitará el Bernabéu es el Roma más flojo de los últimos años. Tan baqueteado en el aspecto económico como en el deportivo. Sin entrenador, sin el esqueleto que le sostuvo -Samuel, Emerson y Zebina-, sin un plan y con un vestuario más revoltoso que el madridista.

A este Roma le teme García Remón. Sus jugadores no se muestran tan aprensivos. Acaso sea la costumbre, acaso la displicencia orgullosa inherente al Madrid. Si hay algo que los llena de ansiedad a todos por igual es lo poco que llegan a gol. "Eso es lo que más nos preocupa", dijo ayer Helguera; "nos cuesta hacer goles y no es normal porque tenemos gente con mucha calidad y mucho gol. El míster está dedicando un tiempo especial a entrenar ese aspecto".

Tan mal está definiendo el Madrid que en los cinco partidos de Liga que lleva disputados su media de remates ha sido de 9,6 por encuentro y su media goleadora de 0,8 (Eto'o lleva más goles que todos los delanteros madridistas juntos). Son las cifras más bajas de los últimos cinco años. Desde 2000, en los primeros partidos de la Liga ha rematado una media de entre 14,8 y 18,6 veces por encuentro. Tras el partido de San Mamés, García Remón dictaminó que al equipo le falta "serenarse" en los últimos metros para "dar el último pase". Por eso ha requerido a Zidane, aunque tenga que jugar envuelto en un vendaje elástico.

Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Samuel, R. Carlos; Beckham, Celades; Figo, Zidane, Raúl; y Ronaldo.

Roma: Pelizzoli; Panucci, Dellas, Ferrari, Cufré; Mancini, Dacourt, De Rossi, Perrotta; Totti y Cassano.

Zidane, en un alto del entrenamiento de ayer.
Zidane, en un alto del entrenamiento de ayer.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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