Un centenar de universitarios se acoge al programa 'Convivencia con mayores'

En casa de Rosario, de 71 años, hay un póster de Alejandro Sanz. Está colocado en una pequeña habitación con litera de su vivienda en la calle Sacramento, en pleno casco antiguo de Cádiz. Desde 1995, allí han dormido varios jóvenes universitarios que se han acogido al programa Convivencia con mayores. Sus dos últimas compañeras han sido María del Carmen, de 26, y Loli, de 29, con las que lleva viviendo cuatro años. Las estudiantes han tenido alojamiento gratuito y la mujer, una compañía continua. Ahora que las dos chicas, a punto de terminar la carrera, se plantean abandonar la casa, Rosario teme quedarse sola. Apenas un centenar de alumnos de las universidades andaluzas se acogió el pasado curso a este programa.

Convivencia con mayores es, actualmente, una iniciativa auspiciada por las universidades y la Consejería de Igualdad y Bienestar Social de la Junta. Pretende solventar dos problemas a la vez: las dificultades de jóvenes estudiantes con problemas económicos para encontrar alojamiento durante el curso y la soledad de muchos ancianos que viven sin compañía en sus casas. Mari Carmen Rodríguez y Loli Ortega comenzaron en el año 2000 sus estudios de Filología Inglesa en Cádiz. No se conocían. Venían de dos pueblos gaditanos, la primera, de Vejer, y la segunda, de Paterna. Ambas buscaban un lugar donde quedarse y decidieron solicitar acogerse en este programa. "Lo hice porque tenía pocos recursos económicos y porque pensé que podía ser una experiencia positiva", explica Mari Carmen. El día en que presentaron la solicitud se vieron por primera vez. En aquel momento, no sabían que pasarían el resto de la carrera juntas.

Rosario se quedó sola hace nueve años, después de perder a su madre. Comenzó a recibir asistencia social, sobre todo, tras romperse una pierna, lo que la obliga ahora a moverse despacio por el pasillo de casa con un taca-taca. En realidad, Rosario recibe muchas visitas. Las cuidadoras que la levantan de la cama y la limpian cada día, algún familiar lejano que, de vez en cuando, la lleva a pasear por la calle. Pero para ella no era suficiente. "A mí me gusta irme a dormir y sentir que en la habitación de al lado hay alguien, que estoy acompañada", explica. Fueron los asistentes sociales quienes le recomendaron que se inscribiera al programa con universitarios.

Mari Carmen y Loli superaron una entrevista personal y los requisitos exigidos por la administración que, fundamentalmente, pasan por no superar unos ingresos máximos y el compromiso de permanecer, según los casos, los fines de semana en la casa donde están acogidos. Vivirán de forma gratuita. Rosario recibe una ayuda mensual que ronda los cien euros, por los gastos ocasionados. Ella debe garantizar una habitación en condiciones para los alumnos.

Las tres se conocieron una mañana y se dieron mutuamente el visto bueno. Han pasado cuatro años. Mari Carmen reconoce que algunos requisitos, como el pasar dos fines de semana al mes en casa de Rosario, fueron duros al principio, pero está satisfecha de su vivencia. "Se aprende a comprender y a entender a las personas mayores y a tener más paciencia", dice.

Ella y Loli son dos de los 134 alumnos universitarios andaluces que convivieron el pasado curso con mayores dentro de esta iniciativa. Según los datos de las universidades, la Hispalense de Sevilla fue la que más parejas formó, con un total de 49. Le siguen Granada (24), Córdoba (17), Málaga (15), Cádiz (10), Huelva (10), Almería (5) y Jaén (4).

El vicerrector de alumnos de la Universidad de Cádiz, David Almorza, cree que esta "escasa acogida" se debe fundamentalmente al "desconocimiento" de las dos partes. Los plazos para acogerse a esta iniciativa siguen abiertos y se mantendrán así durante el curso.