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Reportaje:AUTOMOVILISMO | Gran Premio de China de fórmula 1

Dos ciudades, dos carreras

Los ciudadanos de Pekín ignoran el 'circo' mientras que los de Shanghai celebran su llegada como una gran herramienta de promoción

Durante los días que han precedido al Gran Premio de China, Shanghai, la antigua Perla del Oriente, ha vivido inmersa en la fascinación, el lujo y la pasión que despierta la fórmula 1 automovilística allí donde va. Actos publicitarios, inauguraciones de tiendas de grandes marcas como Vuitton y una recepción del Gobierno municipal en la que los asistentes pudieron codearse con los pilotos y con campeones olímpicos se han producido en una ciudad que ha hecho de este deporte una herramienta de promoción. "Su entrada en la F-1 es típica de la mentalidad de Shanghai. Les importa mucho la imagen. Para ellos, es simbólico", dice un directivo europeo residente en el país asiático desde hace años.

Los espectadores fueron agasajados con música, artes marciales y bailes
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Pero nada es demasiado para la efervescente Shanghai en su carrera por convertirse en una gran metrópolis global. Máxime, porque según Mao Xiaohan, director general del circo, las inversiones realizadas -el circuito ha costado 240 millones de euros- serán amortizadas en apenas diez o doce años.

Decenas de miles de aficionados de la clase pudiente respondieron ayer a la llamada y respaldaron con gorras de colores un acontecimiento henchido de orgullo nacionalista que no defraudó. En el Bund, el paseo junto al río Huangpu, frente al paisaje futurista de Pudong, banderas y eslóganes gubernamentales instaban a los ciudadanos a celebrar "una espléndida F-1". En la apertura, los espectadores fueron agasajados con música, artes marciales y bailes.

Pero a 1.300 kilómetros, en Pekín, todo era distinto. En una de las principales calles, una pantalla gigante repetía sobre fondo rojo propaganda del partido: "Todo el mundo es responsable de la investigación económica en el país".

Con la capital engalanada de flores y vallas para la celebración, el 1 de octubre, del 55º aniversario de la fundación de la República Popular China, la población vivía ajena al acontecimiento. La mayoría de la gente no había oído hablar de la competición o no sabían dónde se celebraba. Cuando ya se había dado la señal de salida, You Xiangyang, de 22 años, que trabaja en una empresa de alimentación, decía: "Creo que la carrera es en Pekín el 1 de octubre".

Quien sí conocía los detalles es Xu Qingdong, de 35 años, que trabaja en la compañía de telecomunicaciones canadiense Nortel. "Esto muestra al mundo que China es capaz de organizar grandes eventos deportivos. Es muy importante porque traerá muchas oportunidades de negocios. Además, 330 yuanes [32 euros, la entrada más barata] es asequible. Sobre todo, en Shanghai". A pocos metros, el guarda de un párking organizaba el caos de bicicletas: "¿La F-1? No me interesa. Yo gano 500 yuanes al mes. ¿Quién va a darme el dinero para la comida?".

Espectadores chinos en el circuito de Shanghai.
Espectadores chinos en el circuito de Shanghai.EFE

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