La 'Quinta sinfonía' de Mahler
EL PAÍS ofrece mañana, lunes, por 2,95 euros, esta idiomática versión de Václav Neumann con la Filarmónica Checa
Vivía Gustav Mahler inmerso en la cultura de cambio de siglo, con Viena como punto de ebullición y encuentro de artistas e intelectuales, durante los años en que compuso y estrenó su Quinta sinfonía. Una concepción del mundo desaparecía a pasos agigantados mientras otros valores estéticos y morales se imponían casi paralelamente. Las convulsiones no se limitaban al plano social para Mahler y afectaban también al afectivo. En noviembre de 2001 conoció a Alma Schindler, con la que se casaría en marzo de 2002. Mahler compuso la Quinta sinfonía precisamente entre el verano de 2001 y el de 2002, ambos inclusive. Por ello cobra sentido la hipótesis de Willem Mengelberg de que el célebre adagietto del cuarto movimiento, popularizado por la película Muerte en Venecia, de Luchino Visconti, sea una canción sin palabras dedicada por el compositor a Alma en esos primeros compases dulces de una relación que con el paso del tiempo se volvería tormentosa y compleja. Mahler atravesaba con momentos felices esta etapa central de su madurez.
La Quinta está, de hecho, justo en la mitad de su producción sinfónica. Es una sinfonía puramente instrumental, en la que el autor no recurre como en otras a solistas vocales o coros. La palabra, en cualquier caso, no le abandonaba, y durante estos años de efervescencia del cambio de siglo Mahler había compuesto algunos de sus grandes ciclos de canciones. La dirección de orquesta también le llevaba su tiempo, bien en la Ópera de Viena o en los conciertos con la Filarmónica. Y, aunque parezca un detalle menor, fue importante para su trabajo la adquisición de una villa recién construida en Maiernigg, a orillas del Wörthersee, en un paisaje tranquilo y apropiado para componer ese viaje de las tinieblas a la luz que es en parte la Quinta sinfonía.
Las obras de Mahler son siempre caleidoscópicas. Sus registros son múltiples. Recrean, a modo de una gran novela-río musical, situaciones que van de lo sublime a lo callejero, de lo estremecedor a lo banal. Arnoldo Liberman ha escrito en el libro Gustav Mahler o el corazón abrumado que el compositor y director de orquesta "habita esa ciudadela llena de excesos, de alucinaciones, de frágiles pero rotundas plenitudes, donde lo lúdico y lo real juegan su infinitamente intercambiable ajedrez metafísico". Es cierto que la interrelación entre palabra y música es sustancial a la hora de comprender a Mahler, pero a veces se exagera con el concepto de músico exclusivamente literario. En su libro sobre Mahler, el director de orquesta Bruno Walter profundiza en esa dirección justamente cuando analiza la Quinta sinfonía. "Ni una sola nota de la obra parece sugerir que un pensamiento o una emoción extramusical haya intervenido en la composición. Tenemos aquí música y nada más. Unas veces apasionada, otras turbulenta, heroica, exuberante, ardiente, solemne o tierna, recorre toda la gama emotiva. Pero en todo caso es sólo música", escribe Walter, para concluir con rotundidad: "Por su complejidad polifónica, la Quinta sinfonía exigía una renovación de su estilo de orquestación. Con ella empieza una etapa nueva en la evolución de Mahler. La Quinta es una de esas obras maestras que nos muestran a un creador en el apogeo de su existencia, de sus facultades y de su arte".
La grabación de esta Quinta tuvo lugar en Praga entre el 31 de enero y el 16 de febrero de 1977, con la Orquesta Filarmónica Checa dirigida por Václav Neumann, para el sello nacional checo Supraphon. Es lo que se entiende por una versión idiomática (Mahler era también de la zona; en concreto, de un pueblecito de Bohemia). Neumann nació en Praga en 1920. Es un especialista en música checa, y en particular en Mahler, del que ha grabado todas sus sinfonías. Pertenece además a la línea de la escuela checa de dirección en la que figuran, por ejemplo, Rafael Kubelik (del que fue asistente y al que sucedió como titular de la Sinfónica de Praga en 1956) y Karel Ancerl (a quien sustituyó en 1968 como director de la Filarmónica de Praga). Es un director preciso, de los que inspiran confianza por su seguridad y su rigor. Su pensamiento sobre Mahler lo manifestó en uno de los primeros números de la revista Scherzo. No tiene desperdicio. "Mahler es un compositor especialmente moderno. En su música interpreta nuestras necesidades, nuestras angustias, nuestros miedos. Es más actual que ninguno, y muchos contemporáneos, comparados con él, permanecen en la sombra. Stravinski, incluido. Mahler no es sólo una moda. Es una necesidad. Mahler fue un profeta. En su música se encierra todo el dolor que le esperaba a Europa con las dos guerras mundiales, con el fascismo, con el genocidio", dijo.
La Quinta sinfonía de Mahler, en do sostenido menor, se estrenó en Colonia el 18 de octubre de 1904 bajo la dirección del propio compositor. Está dividida en cinco movimientos, aunque a veces se la considera en tres partes, agrupando la inicial y la final dos movimientos cada una. Quizá más que cualquier otra de las sinfonías de Mahler es la obra idónea para una iniciación en su universo musical y artístico.
Babelia
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