Nadal y Robredo brillan con luz propia
La pareja española consigue, a costa de Llodra y Clement, su primer triunfo en el torneo cuando más se necesitaba
Su primera victoria llegó en un gran momento. Tommy Robredo y Rafael Nadal concedieron ayer a España el punto en el que menos se confiaba. No sólo rompieron una racha negativa de cuatro derrotas en el doble, que se arrastraba desde los cuartos del año pasado, sino que dieron también un paso de gigante para consolidar las aspiraciones españolas de disputar su quinta final de la Copa Davis. Robredo y Nadal se impusieron a los franceses Arnaud Clement, sustituto de Fabrice Santoro, y Michael Llodra en cinco mangas y tres horas y 47 minutos. Anteriormente, Juan Carlos Ferrero resolvió con solvencia su partido aplazado la víspera por la falta de luz contra Santoro: le ganó tres juegos seguidos y le mandó al vestuario en 20 minutos: 6-3 en el cuarto set. España vence ahora a Francia por 2-1 a falta de los dos últimos duelos individuales: Carlos Moyà, probablemente, ante Clement -Santoro está lesionado- y Ferrero frente a Paul Henri Mathieu.
"La clave fue que nunca nos desmoralizamos. Siempre mantuvimos una mentalidad ganadora"
"La verdad es que no sabía muy bien lo que estaba pasando", confesó Nadal, de 18 años, relatando lo que acababa de vivir en el último punto del encuentro; "con 30 iguales, me puse muy nervioso. La clave de nuestro triunfo estuvo en que nunca nos desmoralizamos. Siempre mantuvimos una mentalidad ganadora. Conseguimos el objetivo".
Fue una victoria de las que pueden entrar en la historia no simplemente por el hecho en sí mismo, sino porque podría ser también la primera de una larga racha. "Está claro que tenemos un doble para el futuro", afirmó Jordi Arrese, el miembro del G-3, los responsables del equipo, que actuó como capitán en la cita de Alicante; "son dos jóvenes muy valientes que pueden ganar a cualquiera. Pueden darnos muchas tardes de gloria".
Lo que más distingue a esta pareja es que siempre da la sensación de que se lo está pasando muy bien en la pista. Con ellos ocurre algo similar a lo que sucede con Virginia Ruano y la argentina Paola Suárez, las números uno del circuito femenino: saben cómo disfrutar del momento.
"Nos complementamos muy bien", aseguró Robredo; "cuando uno está más bajo, el otro le remonta. Así ocurrió esta vez, porque llegué a enfadarme incluso conmigo mismo al comprobar que mi saque no estaba haciendo daño y que lo perdía en tantas ocasiones. Pero Rafa me ayudó en aquellos momentos y, al final, lo arreglé y lo consolidé".
El partido se les complicó a los españoles cuando los franceses lograron el primer break en el octavo juego para colocarse con 5-3 en la manga inicial. Parecía el principio del fin, pero allí surgió la figura de un Nadal rebelde e inconformista que no parecía dispuesto a entregar una nueva derrota. "Me había dolido mucho perder el doble en Mallorca ante Holanda", dijo; "salí a la pista con ganas de ofrecer el mejor tenis de mi vida. No sé si lo conseguí, pero lo intenté. Y me quedé muy feliz con el triunfo". "Creo que lo merecimos", agregó Robredo; "y la mayor satisfacción fue que llegó cuando el equipo más lo necesitaba".
El gerundense pasó por momentos difíciles a lo largo del partido. No sólo perdió su saque cinco veces, sino que mantuvo también una línea de juego bastante irregular: fue capaz de dar grandes golpes y cometer errores impensables. No obstante, siempre se mantuvo en el lance y fue el palo en el que se sostuvo Nadal.
El mallorquín fue el verdadero artífice de la victoria porque surgió con una fuerza incontenible en los momentos de más dificultad y mostró una garra y un empuje imparables.
Clement y Llodra, un doble inédito en el equipo francés a pesar de haber sido este curso finalistas en Adelaida, tenían un concepto más claro del doble que los españoles. Pero les faltó el apasionamiento que aportó Nadal, el empuje de un público entregado y las ganas de ganar del dúo español.
Unas ganas similares a las de Ferrero, que concluyó su partido aplazado -3-3 en el cuarto set y dos mangas a una- ante Santoro, 36º del mundo, en un plis-plas. Con molestias en su muñeca derecha desde el segundo set -le impidieron jugar luego el doble-, el francés, de 31 años, volvió a evidenciar que frente al mejor Ferrero (12º) no tiene ninguna opción. Su juego de filigranas, dejadas, angulaciones y contrapiés no es efectivo ante la fuerza que es capaz de desplegar el valenciano.
"Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto en la pista", confesó Ferrero, de 24 años; "en las dos primeras mangas tuve la sensación de que podía hacer lo que quisiera con la bola. Cualquier cosa que intentaba me salía. Estaba muy seguro de mí mismo. Y casi no me acordaba de esas sensaciones".
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