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Crónica:VUELTA 2004 | Heras mantiene su ventaja
Crónica
Texto informativo con interpretación

El desquite de Zaballa

Triunfo en solitario del ciclista que en 2003 creyó ganar una etapa en un 'sprint' por el segundo puesto

Carlos Arribas

Un periodista belga llegó hace un par de semanas a la Vuelta para entrevistar a los ciclistas que veía como los protagonistas de los próximos Campeonatos del Mundo. La noche que llegó se encontró en una discoteca granadina a O'Grady, australiano, que se preparaba para ellos celebrando su retirada de la ronda española. Al día siguiente, en la fiesta nocturna, quien bailaba era el italiano Petacchi, el sprinter de pro: también se iba pensando en protegerse para su gran objetivo, la París-Tours de dentro de diez días. Astarloa y Freire, los campeones del mundo españoles, se habían ido antes: lo que quedaba de Vuelta se les antojaba muy duro para sus necesidades.

Al menos, pudo hablar con Cunego, el jovencito italiano que ganó el Giro, que se proclama segunda punta de la squadra azzurra y que aún no ha abandonado. Si no, se habría tenido que contentar con hablar con cualquier miembro del grupetto, con los corredores que no son lo suficientemente famosos para abandonar sin causa justificada, aunque les gustaría, y que tienen que sufrir para no llegar fuera de control en las etapas machacantes -el otoño aún no ha hecho que en los puertos se baje de los 30 grados- que se les proponen. O con hablar con Chaurreau, quien, para llevar la contraria a sus compañeros del Ag2r, ha decidido terminar la Vuelta. Y ahí está el vasco, solo, subiéndose los bidones, cenando consigo mismo, hablando en sueños en una habitación vacía, reuniéndose con su director, un masajista y dos mecánicos, sus seguros servidores.

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En la salida de Ávila, Ángel Arroyo, El Salvaje, se paró a saludar al Bolas, Vicente Belda. Fuerte abrazo, fuertes palmadas en la espalda, duelo de gesticulaciones y aspavientos, gritos. Luego, Belda se subió a su coche de director del Comunidad Valenciana-Kelme: "Venga", le conminó; "vamos a divertirnos. Sube, que soltaremos unas avispillas, que hay que ser combativo y atacante". Y para apoyar sus palabras se caló su boina, coqueto, mirándose al espejo; "sube, que la armamos". El gesto, definitivamente, espantó a Arroyo, que se alejó corriendo. "Seguro que organiza una buena", dijo, "pero a mí no me pilla". En efecto, Belda movió a sus chicos, a los secundarios; no a su favorito, a Valverde, al que guarda para hoy, para Navacerrada.

También se movió Cunego. Un movimiento a distancia, un aviso mundialista al seleccionador italiano al día siguiente de que Bettini, el líder azzurro, ganara una etapa en Bélgica, pero el terrible Abantos, imponente sobre El Escorial, fue demasiado para él. El que se movió de verdad fue Zaballa, cántabro serio, reconcentrado, de Udías, 26 años en mayo. Solo, como le gusta. En busca de un desagravio. Prueba conseguida.

Hace un año, en Las Rozas, a pocos kilómetros de la meta de ayer, Zaballa, emocionado, levantó los brazos al batir a un pequeño grupo de fugados en la llegada: no sabía que había ganado hacía rato Díaz Lobato y que el sprint era por el segundo puesto. "Fue un chasco", recordó ayer; "una anécdota que queda compensada con esta victoria". Zaballa es un solitario al que le gusta correr, andar, sufrir, gozar solo. Antes que ciclista fue atleta, y era, por supuesto, fondista, maratoniano, hombre de entrenamientos solitarios. Como corredor, su forma de expresión es la fuga en solitario. En el Giro de 2003 ganó una escúter -aún no la ha recibido- porque fue el que más kilómetros estuvo fugado: más de 400. Muchas fugas, pocas victorias. Un par de ellas en su carrera. En la Vuelta a Portugal y en el Tour del Porvenir, cuando corría en el Kelme, recién llegado de un equipo amateur en el que había coincidido con Valverde, su ídolo, el hombre por el que lo daría todo pese a que ya no están juntos. El Un uomo solo al commando (un hombre solo al mando) que, enfervorecidas, gritaban las radios italianas cuando Coppi se escapaba debería ser su lema. Ayer se escapó de entrada con un buen grupo, pero en Las Navas del Marqués, a 108 kilómetros de la llegada, se fue solo. Un hombre solo. Al mando. Por Abantos, por las carreteras de la sierra, bajo el calor, poderoso, tremendo. Y, por una vez, terminó solo. "El que la sigue la consigue", comentó; "me he llevado chascos, pero he seguido adelante. Solo. Como a mí me gusta".

Más de 40 minutos más tarde cruzó la meta otro hombre solo. Fernández, de Villaconejos, alegre y combativo la primera semana, machacado la última, quiso terminar la etapa. Lo hizo aun llegando fuera de control. Empezaron la Vuelta 187 ciclistas. Quedan 120.

Constantino Zaballa, en plena escapada.
Constantino Zaballa, en plena escapada.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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