Historias góticas
Luis González Palma es guatemalteco pero quizá no sepa que Álvaro Mutis escribió La mansión de Araucaima para ganarle en México una apuesta a su amigo Luis Buñuel, quien pensaba que la literatura gótica es un género nórdico, brumoso, evanescente y fantasmal, que no tiene cabida en las tierras luminosas y exuberantes de la América tropical.
Mutis defendió una y otra vez el punto de vista contrario hasta que, derrotado por el empecinamiento y la contundencia dialéctica del director de Viridiana, optó por demostrarle prácticamente que sí se podía y escribió entonces ese relato prodigioso que es La mansión... Pero si a don Luis no le hubiera sido suficiente esta prueba y tuviera aún la edad de ver con sus propios ojos, de seguro que la fotografía más reciente de Luis González Palma le habría terminado de convencer de la inconsistencia de su tesis determinista. Como de Hipólito Taine. Porque la verdad es que las fotos que González Palma expone actualmente en Madrid más que un simple puñado de imágenes son un compendio vertiginoso de historias góticas. Mudas, elípticas, apenas evocadas, pero no por eso menos incontestables que las otras, las que ocupan páginas y páginas en los libros de Horace Walpole y de la legión de sus seguidores nórdicos.
LUIS GONZÁLEZ PALMA
'Jerarquías de la intimidad'
Galería Fúcares
Conde de Xiquena, 12, 1º
Madrid
Hasta el 16 de octubre
Cierto, estas cosas, como
la mismísima existencia de los fantasmas, no se pueden demostrar de una vez por todas, irrefutablemente. Pero ¿cómo no fabular relatos de doncellas pálidas, caballeros insomnes y crímenes innombrables ante las imágenes que nos ofrece en esta oportunidad González Palma? ¿Cómo resistir la pulsión fabuladora que todos llevamos dentro cuando lo que tenemos delante son imágenes de salones y de estancias palaciegas y desoladas, sólo ocupadas por unos cuantos muebles, algún sillón gastado por el uso de unos personajes irremediablemente ausentes? Eso para no mencionar que el contrapunto de tanto sigilo y desolación lo ponen a veces figuras monstruosas o imágenes de tanta crueldad como la de esa pareja que intenta un paso imposible de baile, entorpecidos por las púas que adornan la túnica con la que se cubre la mujer.
Además está la atmósfera, que, como bien se sabe, es la clave insoslayable del género gótico y que González Palma evoca y reconstruye mediante una amplia panoplia de recursos entresacados del pictorialismo fotográfico del siglo XIX, mezclados con técnicas aún más arcaicas como la del subrayado de las figuras mediante la aplicación de láminas de pan de oro, tomada en préstamo de la iconografía bizantina.
Con estos recursos, el artista guatemalteco, afincado actualmente en Argentina, logra generar atmósferas inquietantes, densas, sombrías, cargadas de premoniciones inenarrables que actúan con tanta o más eficacia que las propias figuras instaladas en ellas. Sí, no le quepa duda don Luis, en la mitad del trópico también hay un lugar gótico.
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