Los saudíes recelan de las urnas
Los habitantes del reino árabe reaccionan con escepticismo a la convocatoria de elecciones municipales en 2005
¿Signo de cambio u operación de imagen? Los saudíes discrepan sobre el verdadero alcance de las elecciones municipales convocadas para el próximo año. Mientras Nadia Barjuryi prepara entusiasta su candidatura en la confianza de que al final ser mujer no sea un impedimento, la mayoría se muestra apática ante lo que podría ser el primer paso de una lenta apertura política sobre cuya necesidad hay consenso dentro y fuera del reino.
"Elecciones, ¿qué elecciones? ¿las americanas?", responden varios jóvenes entrevistados en Yedda y en Riad, dejando sentado su desinterés. "¿Cómo se puede esperar que un país entienda de qué se trata cuando ha vivido bajo la dictadura durante el último medio siglo?", les disculpa el periodista Raid Qusti. "Los saudíes estamos acostumbrados a que todo el mundo sea designado", justifica, "así que es normal que la mayoría de la gente no esté demasiado entusiasmada, no sabe qué esperar".
Si el Gobierno se pone a favor de que las mujeres voten, irritará a los conservadores
"Sólo el hecho de que se repita la palabra elecciones entre la gente constituye el principio de un proceso, desarrolla la conciencia política", asegura desde el anonimato un príncipe de la rama liberal de la familia reinante.
Ése es el consenso entre los hombres de negocios y profesionales saudíes que respaldan la idea de la reforma gradual, sin sobresaltos. La posibilidad de que las urnas den paso a las balas, como sucedió en Argelia, causa terror. "Preferimos el modelo de Omán", subraya el príncipe, en referencia a su vecino del sureste.
El mensaje es que dependiendo de los resultados, la experiencia puede ampliarse a elegir la totalidad de los concejales, asambleas provinciales e incluso parte del Consejo Consultivo. El temor subyacente es que en vez de ayudar a contrarrestar la amenaza de los militantes islamistas, las elecciones den alas a los reformistas. De ahí, la parsimonia y la cautela con la que se está organizando todo el proceso.
Fuentes oficiales hacen hincapié en que no se trata de las primeras elecciones municipales que celebran en el reino. En los años cincuenta y sesenta se eligieron algunos consejos municipales, aunque no a escala nacional. Técnicamente los comicios estaban autorizados desde 1977, pero sólo la creciente presión para democratizar el país ha llevado a la familia real a concretar el proyecto.
La cita con las urnas se llevará a cabo en tres fases, entre febrero y abril de 2005, y permitirá elegir a la mitad de 178 consejos municipales en las 13 provincias del reino.
"Es un pequeño paso", reconoce Abdel Musín al Akás, miembro del Consejo Consultivo, un órgano asesor de designación real. Este empresario liberal asegura que "los saudíes no quieren grandes saltos porque temen que se desaten tensiones sociales y sopesan costes y beneficios". Sin embargo, cada vez se escuchan más voces que reclaman trasformaciones más profundas.
"¿Para qué vamos a acudir a las urnas, para hacer prácticas de votación o para cambiar nuestra vida?", pregunta Mohamed, un profesor universitario reformista que duda de que los concejales elegidos vayan a tener poder alguno, pero que no está en contra de la convocatoria. "La gente debe pedir más, que los Consejos Municipales tengan obligaciones y poderes", sugiere.
Para los sectores más críticos con el régimen, los comicios son otro ejemplo de operación de imagen sin contenido. "Sólo vamos a elegir a la mitad de los concejales, no van a votar las mujeres y van a carecer de poder", denuncian.
La ley establece que tienen derecho al voto los ciudadanos mayores de 21 años que no sean militares. Con un 70% de la población por debajo de esa edad, los potenciales votantes se reducen a 7,25 millones, y si de ahí se deducen las mujeres, como interpretan algunas fuentes incluso dentro del Comité Electoral, apenas 3,6 millones de saudíes estarán citados a las urnas.
La exclusión de las mujeres no está clara. "Hasta donde yo sé, nada impide que participen", admite Al Akas que ha leído la ley, "pero las prácticas sociales son otra cosa". El asunto ha dado lugar a un animado debate periodístico. La opinión mayoritaria es que no van a hacerlo. "Nuestra sociedad no está madura para ello", admite Huda al Jeraisy, vicepresidenta de la sección de mujeres de la Cámara de Comercio. Esta prominente empresaria asegura que las mujeres tienen asuntos más importantes que la cita electoral, para la que en cualquier caso no todas disponen de carné de identidad.
Sin embargo, Nadia Barjuryi se declara "optimista". Arquitecta de 37 años y madre de dos hijos, la aspirante a candidata piensa presentarse en cuanto se abra el periodo de inscripción, que para Riad será a finales de diciembre. Así que no habrá que esperar hasta el día de la votación para saber qué sucede con las mujeres. La presentación de Barjuryi va a ser el momento de la verdad, salvo que antes se anuncie oficialmente la prohibición.
"En cualquier caso vamos a tener un problema", reconoce una fuente oficial desde el anonimato. Si el Gobierno se manifiesta claramente a favor de que las mujeres voten, irritará a amplios segmentos conservadores de la población que se oponen a ese paso; si lo hace en contra, molestará a los liberales y a las mujeres que tienen menos peso, pero también a la comunidad internacional. "Si yo tuviera que decidir, esperaría hasta el último momento a ver cuál es la reacción social", sugiere el interlocutor.
Así parece haberlo entendido Barjuryi. "Primero anuncié mi intención para ver cómo reaccionaba la gente y hasta ahora nadie me ha llamado para decirme: '¿Qué estás haciendo?", relata. El siguiente paso será franquear el proceso oficial al registrarse. "Si no me descalifican, seguiré adelante", manifiesta decidida. "Continuaré hasta que se presente un obstáculo", concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.