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España ha repatriado este año a 73.747 'sin papeles', una media de uno cada cinco minutos

Interior reforzará con 134 agentes el aeropuerto de Madrid y los pasos de los Pirineos

Entre el 1 de enero y el 31 de agosto de este año, España expulsó, devolvió o rechazó en las fronteras a 73.747 sin papeles. Como media, esa cifra supone 303 repatriados al día, 12,6 a la hora o uno cada cinco minutos. La antigua frontera de La Jonquera, las costas de Andalucía y Canarias y el aeropuerto madrileño de Barajas son los puntos de entrada más utilizados por los inmigrantes. Por ello, el Gobierno ha decidido ampliar la vigilancia electrónica en las costas y destinar 100 agentes más a la comisaría de Barajas y otros 34 a los controles del Pirineo.

Aun con ser importante, el número global de expulsiones ejecutadas es similar a la del año anterior y ralentiza la tendencia al alza registrada entre 2002 y 2003. La explicación puede estar en el descenso de intentos de entrada registrados en las costas de Andalucía y Canarias, mil menos que en el mismo período del año pasado.

Han aumentado, en cambio, los rechazos en frontera, que en el puesto de la Junquera y sólo en el mes de agosto ascendieron a 5.788, cifra sensiblemente superior a los 3.050 del mismo mes de 2003. En los ocho primeros meses de este año fueron rechazados 41.192 inmigrantes indocumentados, frente a los 24.114 del mismo período del año anterior.

Sin embargo, este balance no satisface al Gobierno, que se propone reforzar los controles fronterizos en los puntos de entrada más utilizados por los sin papeles. El Servicio Integral de Vigilancia Exterior (SIVE), un sistema combinado de radares, cámaras térmicas, patrulleras, helicópteros y patrullas terrestres de la Guardia Civil, será desarrollado en Canarias y Andalucía Oriental. Su instalación en las costas de Cádiz ha espantado de esta provincia a las pateras y las ha desplazado este año hacia las costas de Granada y Almería, más permeables.

En la frontera con Francia, al igual que en la de Portugal, rige un acuerdo internacional que, como tal, tiene rango superior a la Ley de Extranjería. Según ese tratado, los extranjeros indocumentados interceptados a ambos lados de la frontera son devueltos al país del que proceden, siempre que se pueda demostrar este hecho. En teoría, Francia los devuelve, a su vez, al país por el que han entrado en su territorio, que la mayoría de las veces es Italia o Suiza.

Más agentes

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La Dirección General de la Policía tiene previsto aumentar en los próximos meses el número de agentes en las unidades de extranjería y documentación de La Jonquera (Girona), desde los 38 actuales hasta 60. En Port Bou (Girona), donde el tráfico de indocumentados es menor, los funcionarios dedicados a esta tarea pasarán de ocho a 20. Además de los controles que efectúan los funcionarios de Port Bou y de la Brigada Móvil de Barcelona en las carreteras, funciona de forma periódica un dispositivo de vigilancia en el tren que cubre la ruta entre Milán (Italia) y Barcelona. Está formado por dos policías españoles, que controlan la documentación de los viajeros que suben al tren en Milán; y por dos policías italianos, que controlan a los pasajeros en la estación de Barcelona.

La plantilla policial del aeropuerto madrileño de Barajas, donde 4.535 extranjeros que pretendían entrar en España han sido rechazados y 3.500 expulsados en lo que va de año, será reforzada con cien agentes. En Barajas, el perfil de los extranjeros que intentan franquear la frontera de forma fraudulenta ha variado. La exigencia de visado a los colombianos y ecuatorianos ha hecho descender los intentos de entrada de inmigrantes de dichos países camuflados como turistas. En cambio, han aumentado los de bolivianos y brasileños.

Desfile de disfraces en Barajas

El anecdotario de los policías de extranjería del aeropuerto de Barajas es inagotable. Una extranjera fue sorprendida con la documentación de su hermana, que vivía en España de forma regular. Cuando los agentes le hicieron ver que la huella dactilar del documento no correspondía con la suya, replicó: "Es que ésa me la tomaron hace tiempo y desde entonces he engordado".

Un individuo se presentó en el control de pasaportes con un documento en el que figuraba su profesión: "Catedrático de Historia". El policía de turno le preguntó, de forma aparentemente casual, por los Reyes Católicos. A lo que el sujeto respondió impasible: "En mi país no los estudiamos, porque somos ateos".

En otra ocasión llegó un obispo, con sotana y gran crucifijo en el pecho, que exhibía un certificado de la iglesia católico-anglicana. Cuando los agentes le dijeron que tal iglesia no existía, el supuesto prelado porfió y les invitó a que llamaran a la sede central, en su país. Llamaron y la persona que atendió el teléfono confirmó la identidad del obispo. La policía tuvo que realizar numerosas gestiones para desbaratar la impostura.

Uno de los elementos habituales de camuflaje para quienes dicen ser turistas suele ser la cámara fotográfica, que llevan colgada al cuello. Los agentes les preguntan amistosamente: "¿Es réflex? Por favor, sáquenos una foto a mi compañero y a mi, como recuerdo". El hombre empieza a manipular el aparato y queda claro que no tiene idea de cómo funciona. En la mayoría de los casos, no tiene siquiera carrete.

En Barajas han sido interceptados supuestos ejecutivos con agendas de empresas y catálogos completos sacados de Internet, grupos de peregrinos que pretendían ir a Santiago de Compostela porque eran muy devotos de la Virgen de Fátima y turistas que tenían previsto tomar el Metro para visitar Baleares. Alguno llegó a extraer de su bolsillo el cuestionario tipo que le había dado el mafioso que le organizó el viaje para comprobar en qué respuesta había metido la pata.

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