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El engranaje de lo efímero

Más de 7.000 trabajadores y 4.000 voluntarios han puesto en marcha la maquinaria del Fórum durante cinco meses

Mar Padilla

A seis días de su final, la pregunta sobre qué es el Fórum es aún un interrogante abierto. Pero hay una verdad irrefutable: el Fórum es, ante todo, un trabajo.

Desde su inauguración, el 9 de mayo, hasta la clausura, el domingo próximo, en este espacio de 35 hectáreas habrán trabajado casi 7.000 personas -unos 3.500 puestos, con dos turnos diarios-, y han ayudado de forma voluntaria más de 4.000 cooperantes. De payasos a directores de recursos humanos, de agentes de seguridad a limpiadores, de saltimbanquis a periodistas, esta celebración ininterrumpida es, ante todo, un lugar con fecha de inicio y final que cada día revive gracias a la labor de miles de profesionales.

Pero hasta el 26 de septiembre, cuando sólo sea pasto de la memoria, el Fórum es aún real, y hay que seguir alimentando su engranaje para que siga funcionando. En un lugar que surgió de la imaginación y donde diariamente se ponen en marcha bares, exposiciones, restaurantes, lavabos, espectáculos, tiendas, oficinas y zonas de juegos, los recursos humanos son el motor, el corazón que bombea y lo pone en movimiento. Y hay acuerdo entre los trabajadores: el Fórum es, más que nada, una vivencia que, más o menos rica o interesante, les ha reportado amigos y algún que otro amor. "Ha habido muchos rollos de verano, por ejemplo, pero sobre todo hemos hecho muchas amistades que muchos conservaremos", explica Laura Pérez, de 30 años, una de las 1.700 personas que, entre personal de acogida, guías y azafatas, atienden al público y que, dado su número, han abierto un espacio en Internet para comunicarse (www.pacos.net).

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El espacio se divide en cuatro zonas: acceso, diálogos, plaza y parque y puerto. En la oficina de información, junto a las puertas de entrada de la calle de Prim, trabaja Núria Rius, de 24 años y nacida en Reus. Desde el día de la inauguración hasta estas últimas semanas de lleno total, Núria ha seguido paso a paso el ritmo del evento. Se conoce el recinto al dedillo y afirma que los trabajadores son precisamente los que saben disfrutar mejor lo que ofrece el Fórum. "Desde dentro lo vives más intensamente, porque te das cuenta de que todo cambia cada día y sabes dónde está lo que más te puede interesar". Núria, que antes había trabajado de cara el público en Port Aventura, tiene planes para cuando todo acabe: se va a ir a Alemania a buscar trabajo.

En el quiosco de bebidas y comidas junto al espectáculo El árbol de la memoria, de Comediants, está Manuel Romero, un barcelonés de 29 años. Está triste porque, en cuanto el Fórum cierre las puertas, su compañero, procedente de Salvador de Bahía, volverá a Brasil a trabajar en un complejo turístico. "El roce hace mucho, y aquí va a haber lloros en cuanto esto acabe. La experiencia ha sido buena, aunque hay muchas horas muertas en las que nos hemos aburrido", explica Manuel, quien combatía esos tiempos de espera de clientes "cantando o leyendo los periódicos de arriba abajo".

La mayoría de los trabajadores provienen de empresas de trabajo temporal (ETT) o de subcontratas a empresas de limpieza, obras, hostelería o seguridad. Y a la hora de definir los perfiles de los trabajadores, el resultado hay sido desigual y ha habido quejas. Desde el inicio del evento, miembros del personal de acogida estaban en desacuerdo con su sueldo de 5,69 euros la hora, y algunos han optado por no presentarse a trabajar en estos útlimos días, según reconoce un coordinador de zona. Además, los jockers, una quincena de jóvenes que hacen demostraciones de juegos tradicionales, realizaron el pasado sábado una jornada de huelga para exigir que se les pague como actores y no como monitores, lo que supondría pasar de cobrar 900 a 1.500 euros mensuales.

Hay de todo: Quim Boix, de 26 años, trabaja de submarinista, educador de medio ambiente y cuidador de peces en las instalaciones de biodiversidad marina del recinto. Allí lidia cada día con pequeños y adultos para explicarles las distintas especies del Mediterráneo. Es biólogo, y muchos peces, ya domesticados, se acercan a él o le siguen en sus periplos acuáticos. "El trabajo no está mal, aunque la actitud de los niños es curiosa: unos alucinan con los peces y otros se van rápidamente porque dicen que aquí no hay nada que ver". Cuando acabe, él seguirá trabajando como educador.

Menos claro, en cambio, tiene el futuro Irene Esparó, quien, a pesar de que nunca ha hecho animación -es logopeda-, es la reina de los talleres de participación situados junto al mar. Cada día, desde el 9 de mayo, se dedica a animar a hacer y luego deshacer un inmenso circuito de dominó gigante que deben elaborar con ruedas, ladrillos, pelotas y demás. "Aquí lo que te pone son los compañeros y la gente", dice, y confirma lo que es un secreto a voces en el recinto: "Un fiestón final y bien merecido" para los trabajadores cuando todo acabe.

Algo de ello sabe también Joan Delgado, de 24 años, dependiente de unas de las tiendas del Fórum, donde hay desde agua fría hasta gorras, abanicos, osos de peluche y tazas. "Trabajar aquí es un poco rollo entre semana, aunque ahora se está animando mucho. Está bien para hacer dinero en el verano, como trabajo temporal", dice Joan, que estudia cinematografía.

Lo cierto es que de la visita al Fórum a muchos les queda grabado el personal que lo conforma. "A mí no me gusta especialmente, pero del Fórum lo que me produce más respeto son las personas que se encargan de ponerlo en marcha", dice Paco Martínez, vecino del recinto y visitante ocasional.

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Sobre la firma

Mar Padilla
Periodista. Del barrio montañoso del Guinardó, de Barcelona. Estudios de Historia y Antropología. Muchos años trabajando en Médicos Sin Fronteras. Antes tuvo dos bandas de punk-rock y también fue dj. Autora del libro de no ficción 'Asalto al Banco Central’ (Libros del KO, 2023).

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