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Reportaje:EL PAÍS-EN DIRECTO

Preservando la magia del directo

'EL PAÍS-en directo' ofrece a partir del próximo domingo una selección de los mejores conciertos en DVD

Diego A. Manrique

Hubo un tiempo en que ver en acción a las figuras del pop y el rock era casi un milagro, sobre todo en la España franquista. Fue el cine quien suplió esas carencias: el rock and roll se difundió gracias a películas de no muy excelsa calidad cinematográfica pero protagonizadas por Elvis Presley o animadas por algunos de sus contemporáneos. La brillante ¡Qué noche de la de aquel día!, de Richard Lester, resultó el más fabuloso banderín de enganche con que pudieron contar The Beatles y el movimiento de conjuntos beat. Más adelante llegaron a los cines de arte y ensayo documentales que retrataban giras o festivales multitudinarios: una película como Woodstock logró que se conocieran los gestos y los movimientos escénicos de los revolucionarios del rock, aparte de proporcionar tentadoras visiones del estilo de vida hippy. Aun así, el rock escaseaba: se iba a ver Petulia también de Richard Lester, por la fugaz aparición de Janis Joplin, o una olvidable película alemana por la presencia, real o soñada, de Keith Richards como extra.

Ya bien entrada la década de los setenta, la televisión se fue abriendo a los artistas de pelos largos, al mismo tiempo que España se integraba lentamente en los circuitos de directo del rock internacional. Los años ochenta vieron una normalización que convirtió al rock en una oferta cultural más. Sin embargo, el panorama empeoró en la última década del siglo XX. Las televisiones privadas despreciaron la música en directo, que se convirtió nuevamente en plato catódico de difícil degustación. También se notó un recorte de las visitas internacionales, sobre todo de determinadas superestrellas: al carácter periférico de la península Ibérica respecto a los principales mercados europeos se sumó el desinterés de las autoridades por crear o acondicionar recintos mínimamente adecuados para la música popular. Un ejemplo candente: regularmente, Madrid queda fuera de muchas giras importantes por la ausencia de locales dignos para artistas de la primera división, situación empeorada por desastres como el incendio del Palacio de los Deportes o el sarcasmo municipal de construir un Rockódromo destinado a los deportistas de elite y vetado al rock.

El rock ha vuelto a ser en España un bien escaso. Muchas figuras se presentan en espacios con una acústica decididamente hostil y, durante los meses veraniegos, en recintos al aire libre o en incómodos festivales. En compensación, se han difundido formas alternativas de disfrutar del directo, aunque se trate de conciertos en conserva. Primero fueron las cintas de vídeo musical y ahora es el turno de los DVD, con una superior resolución de imagen y sonido.

En realidad, se podría argumentar que los DVD permiten un disfrute individual que es perfectamente complementario con la experiencia en directo, colectiva. Permiten apreciar detalles que pasan inadvertidos para el espectador de a pie, aparte de recuperar la música con una extraordinaria nitidez sonora. Su realización audiovisual se ha sofisticado, igual que ocurre con todos los aspectos de la producción de conciertos masivos; de hecho, los diseñadores de escenarios, los responsables de iluminación y sonido de las grandes giras son requeridos regularmente para ocuparse de todo tipo de eventos masivos.

Ya en el siglo XXI, los DVD han dejado de ser el patito feo del potente negocio del merchandising musical, algo que se hacía de aquella manera y se publicaba un poco como por compromiso. Desde hace tiempo, se asume que las superestrellas no pueden cumplir con la demanda de un público global, aunque se pasen años recorriendo los estadios de cinco continentes. Para contentar a los que se quedaban sin la preciada entrada, en algún momento se ofrecieron conciertos por vía satélite, que llegaban simultáneamente a cines de diferentes ciudades. Posteriormente, se ha probado la fórmula de llevar los shows a las casas, mediante el pay per view. Pero el fan quiere hacerse con los DVD para verlos cuando le apetezca y en las mejores condiciones.

En la actualidad, los DVD se suelen trabajar con mimo, enriqueciendo las imágenes de la realización de circuito cerrado para las grandes pantallas laterales con interioridades de la gira. Se aprovechan las posibilidades del soporte para añadir material extra más o menos apetitoso, desde información -biografías, discografías- a reportajes complementarios o clips. Son objetos deseados y pueden provocar guerras comerciales, como la sufrida recientemente por los Rolling Stones: concedieron, durante un periodo de tiempo, la exclusividad de la venta de sus últimos DVD a una cadena de tiendas estadounidenses, con el disgusto de sus competidores, que amenazaron con boicotear los productos del grupo británico, obligando a Mick Jagger a recurrir a sus dotes diplomáticas.

Lou Reed.
Lou Reed.MANOLO S. URBANO
Selección de los mejores conciertos en DVD.
Selección de los mejores conciertos en DVD.

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