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Entrevista:Rolando Villazón | MÚSICA

"Más que falta de tenores, el principal problema es la crisis del mercado del disco"

Sin ser cierto que haya crisis general de voces, sí la hay de tenores italianos, o sea, los que se dedican mayormente a la ópera italiana. Los últimos años han surgido algunos buenos tenores lírico-ligeros (uno de ellos excepcional: Juan Diego Flórez), pero no voces más anchas y robustas, las llamadas lírico-spinto y no digamos las dramáticas; los grandes, capitaneados por Plácido Domingo, son mayores, y en el horizonte no se vislumbran posibles sucesores: algunos han sido destellos muy fugaces, otros blufs muy sobrevalorados. Una de las excepciones que abren grandes esperanzas se llama Rolando Villazón, un tenor mexicano de 32 años con una voz más bien oscura y ancha, con visos de evolucionar a lírico-spinto y con un bagaje técnico y unas cualidades musicales de excepción. Hay quienes hablan de él como el probable sucesor de Plácido Domingo.

PREGUNTA. ¿Por qué surgen tan pocas voces de tenor que no sean lírico-ligeras?

RESPUESTA. La mía es una voz lírica, es posible que lírica fuerte; ya veremos hacia dónde se encamina, pero es verdad que las voces de lírico-spinto y dramático no salen tan comúnmente, y en especial estos últimos años. No sé por qué ocurre esto. Pero creo que sí surgen voces de este tipo; ahora bien, son voces más difíciles de dominar, y por ello sus poseedores no llegan lejos en el canto. Por otra parte, con esta necesidad que hay de que salgan voces así, esta presión las estropea y no llegan a prosperar.

P. En sus actuaciones alterna usted papeles propiamente líricos o lírico-ligeros con otros algo dramáticos, como el protagonista de Don Carlo de Verdi o Don José de Carmen, que va a cantar a final de año en Berlín. ¿Podría ser peligroso para su voz pasar de unos a otros?

R. ¡El tiempo lo dirá! La base de mis temporadas son papeles puramente líricos (Elisir, Lucia, Romeo, Manon, Rigoletto

...), pero me gusta tomar ciertos riesgos, incluso al salir a cantar cualquier papel, porque eso hace excitante una representación. Me preguntan: ¿te pones nervioso antes de salir a escena? Sí, porque podría cantar siempre igual, sin arriesgar, pero eso me aburre, es como poner en mi interpretación un cristal entre el público y yo; eso no me gusta, prefiero entregarme por completo. Acorde con esa forma de ser, debuto en algunos papeles más spinto, como Don Carlo o Don José. Los contratos se firman con tres años de antelación, así que cuando firmé Don Carlo sabía que dirigía Riccardo Chailly, toda una garantía; para Carmen lo mismo: sabía que será en Berlín, con Daniel Barenboim. Para estas ocasiones de riesgo busco las mejores condiciones, y en segundo lugar decidí no firmar más Don Carlos ni más Cármenes hasta después de haberlos cantado y saber cómo me desenvuelvo con ellos. Nadie destruye su voz cantando una sola producción; si se abusa de papeles que no convienen a una voz, se deforma la técnica y es el comienzo de la catástrofe. Para Don José he recibido otras tres o cuatro ofertas -una para 2008- pero no las he aceptado aún. En diciembre, tras haber cantado las ocho funciones en Berlín, decidiré si sigo con Don José o no. También voy a cantar Eugenio Oneguin en el Covent Garden y estoy planteándome Tosca y Un ballo in maschera.

P. ¿Don José es un papel lírico -lo cantó mucho Nicolai Gedda- o dramático, pues lo cantaron Del Monaco o Vickers?

R. Yo lo voy a abordar como lo que soy, como lírico. El dúo con Micaela y el aria son puramente líricos; luego, en los dos últimos actos hay posibilidad de acentuar lo dramático. Pero yo utilizaré los acentos dramáticos de mi propia voz, no quiero que suene a Del Monaco o a Vickers, ni lo pretendo. Sonaré a Villazón, y además sé que voy a estar en excelentes manos, las de Barenboim.

P. Además del pequeño papel del Timonel en El holandés errante, que ha grabado con Barenboim, ha hecho con él La Traviata y va a hacer Carmen: dos óperas en las que él es también nuevo, como usted...

R. Los grandes directores son los que mejor pueden aconsejar a un cantante, desde el punto de vista musical. Con Barenboim mi colaboración está siendo estupenda; es un hombre encantador, con un sentido del humor maravilloso; ha sido muy divertido trabajar con él, además de aprender mucho viéndole dirigir, de comprobar el diferente modo en que trata a la orquesta según el cantante que tenga... Con él cada función es nueva, única. Es apasionante: un hombre de su tiempo, comprometido, profundo, preocupado por los problemas del mundo, de enorme energía y vitalidad...

P. ¿Continúa usted estudiando?

R. Profesores ya no tengo; sí hago mucho para intentar mejorar: escucho la grabación de mis actuaciones, para corregir defectos, trabajo con pianistas para preparar mi repertorio... creo que los maestros son guías al principio; después es fundamental para un cantante independizarse y desarrollar el conocimiento serio y profundo de su instrumento vocal, que es único.

P. En círculos operísticos se le compara con el joven Domingo. ¿Le molesta?

R. Me halaga inmensamente. Él es mi mayor fuente de inspiración, y es un hombre cercano con el que me veo siempre que puedo. Hace poco he cantado en el Covent Garden Los cuentos de Hoffmann en la producción, de John Schlesinger, que él estrenó. Para mí ha sido el cumplimiento de un sueño.

P. Seguramente sabrá que, a los 63 años que tiene ya Plácido, ha cantado hace unos meses en el Teatro Real un Herman de La dama de picas impresionante...

R. Sí, poco antes se lo escuché en Berlín, con Barenboim. Yo estaba allí cantando Elisir por esos días. Asistí también a sus ensayos, y es todo un ejemplo verle, con ese entusiasmo, esa energía positiva... Tenemos mucho que aprender de él. Procuro no imitarlo, aunque sé que hay sonidos míos que se le parecen; cuando yo era niño lo escuchaba con pasión y, claro está, eso marca. No me importa: lo veo como un homenaje a ese gran maestro.

P. ¿A qué atribuye su longevidad vocal, él que ha cantado tantos papeles y tan diversos?

R. A su increíble energía, a una fortaleza física y vocal envidiable, y a una técnica maravillosa que consiguió a base de luchar mucho, hasta llegar a conocer su voz por completo. También es admirable su actitud: nunca se reserva, siempre lo da todo. Sus interpretaciones desprenden verdad.

Su primer disco (después del referido El holandés errante y de un Romeo y Julieta grabado en público con precario sonido), un recital de arias de ópera italiana para el sello Virgin, ha causado un comprensible revuelo, pues muestra a un tenor técnica y musicalmente muy formado, de ardiente temperamento y clara personalidad; un crítico musical lo ha calificado de acontecimiento.

P. Últimamente no está siendo fácil grabar ciertas óperas, por falta de un tenor bueno e idóneo. ¿Tiene previsto grabar alguna ópera?

R. Más que falta de tenores, el principal problema para las compañías discográficas es la crisis del mercado. La mejor salida para la ópera está en el DVD. Hay planes para que filme alguna ópera, pero no está aún cerrado. Lo que sí habrá en unos meses es un segundo recital mío con arias francesas.

El tenor Rolando Villazón (México, 1972).
El tenor Rolando Villazón (México, 1972).MARK KESSEL

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