"Tengo muchas ganas de cantar en catalán"
Anoche, en el teatro de la Maestranza de Sevilla, Miguel Poveda (Badalona, 1973) se presentó por primera vez en la Bienal de Flamenco con espectáculo propio. El cantaor, a quien sus compañeros de instituto veían como "un bicho raro", aprendió flamenco oyendo la radio en las tardes de su adolescencia. Poveda arrasó en el Festival de Cante de Minas de La Unión en 1993, pero el éxito no le nubló la vista y sopesa muy bien cada paso de su carrera. Poemas del exilio de Rafael Alberti es el título del recital con el que se ha estrenado en la Bienal junto al Big Ensemble, dirigido por Enric Palomar. Además de su debú en el festival flamenco más importante del mundo, la pasada semana la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) decidió que Poveda representará a España el próximo octubre en el Festival Cervantino de México.
Pregunta. En sus recitales ya había cantado poemas de Gil de Biedma y García Lorca. ¿Por qué es Alberti el primer poeta que se ha atrevido a grabar (Poemas del exilio)?
Respuesta. En realidad, la elección fue de Enric Palomar. Él eligió la etapa del exilio de Alberti, compuso la música y me llamó para interpretarla. Yo he trabajado más de cuatro meses para aprendérmelo. Ha sido complicadísimo ajustarme a los tonos en los que usamos fórmulas distintas a las del flamenco, lo más difícil a lo que me he enfrentado hasta ahora. Había leído a Alberti, pero de la etapa del exilio sólo conocía un poema.
P. ¿Le gusta unir poesía y flamenco?
R. Mucho, tengo otros proyectos, entre ellos grabar un disco de poetas catalanes en catalán. Tengo muchas ganas de expresarme en catalán.
P. ¿Es el catalán su primera lengua?
R. No, aprendí en el colegio. Mi padre es murciano y mi madre, de Puertollano (Ciudad Real), ella fue la que me inculcó la afición al flamenco con Rafael Farina.
P. ¿Cómo ve usted la eterna discusión entre los defensores de la pureza del flamenco y los que quieren transitar por nuevos caminos?
R. Aburridísima. Es una pérdida de tiempo y de energía muy grande. Yo hago lo que me apetece y lo que pienso que puede aportarme algo artísticamente. Si me equivoco, me queda mucho tiempo para rectificar y siempre se aprende de los errores. No tengo ningún miedo, ni ningún prejuicio.
P. ¿Es esa falta de prejuicios la que le ha empujado a rescatar algunos palos en desuso?
R. Sí. En Zaguán, mi anterior disco, hice una liviana que es un cante con la misma métrica de la seguiriya y que ya había grabado Manolo Caracol.
P. ¿Ha alcanzado ya el flamenco el lugar que le corresponde?
R. Está mejor. Hace diez años en Cataluña daba vergüenza decir que te gustaba el flamenco. Yo me sentía un bicho raro. Ahora es lo contrario. El flamenco ha llegado a los festivales de músicas del mundo y a los mejores teatros, lugares que antes le estaban vetados.
P. ¿Han evolucionado más la guitarra y el baile que el cante?
R. Sí, quizás en el cante falta creatividad y hay más prejuicios. Pero también hay cantaores jóvenes, arrolladores y que se arriesgan como Arcángel o Estrella Morente y, antes, Mayte Martín, a quien debo mi afición. Siempre digo que soy un maytero.
Babelia
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