"No es una provocación, sino una ruptura"
La nueva equipación del Athletic para la Copa de la UEFA ha generado un encendido debate durante los tres últimos meses. El autor de la idea -una herejía para algunos, un hallazgo para otros- es Darío Urzay, uno de los artistas más prestigiosos. Urzay (Bilbao, 1958) introduce en el uniforme del Atlhletic su particular universo pictórico. Mientras los hinchas discuten, el arte atiende con interés esta singular aproximación al mundo del fútbol. El museo Artium, de Vitoria, ha solicitado al Athletic una equipación completa para su colección. Lo mismo ha ocurrido con el de L'Emporda, en Figueres, que ha invitado al artista vasco a participar en la próxima exposición Idalimitari (Doce artistas merodean por los límites de la dalinidad).
"Es la camiseta del nuevo Bilbao, el que se liberó de prejuicios, el del Guggenheim"
"Es muy dinámica, con buen movimiento. Visualmente, se come a la del contrario"
Respuesta. He vivido todo este proceso con emoción. Me ha movido mucho, con días de gran satisfacción y otros de tristeza. Ha sido muy gratificante, aunque no han faltado las tensiones. Me he involucrado totalmente en la aventura, con toda mi atención puesta en la producción industrial, en el control de la venta.
P. ¿Se ha encontrado con la vena inmóvil del fútbol?
R. No tanto. Las equipaciones deportivas han evolucionado más de lo que pudiera pensarse. Es cierto que el fútbol asume un modelo heráldico -heredero de los colores tribales o de clan- que sufre un cortocircuito cuando se propone otra cosa, como la introducción de un elemento orgánico. Es necesario observar todo esto con perspectiva. De niño, mis ídolos eran Uriarte y Rojo. Jugaban con balones de cuero, pesados, blancos o monocromáticos. Si en aquella época nos hubieran dado el balón de la Eurocopa, nos habría parecido una pelota de playa.
P. ¿Cómo describiría el elemento orgánico?
R. Son formas dendríticas, como de ramificaciones, muy comunes en mi trabajo.
P. En algunos sectores ha provocado irritación.
R. Sí, hubo gente que se irritó. No me importa que guste o no. Hasta para las camisetas tradicionales hay gustos diferentes. Sólo pretendí que el Athletic se beneficiara de mi propuesta. Y me parece que ha ocurrido. No hablo sólo del terreno mediático o de las posibilidades económicas que ofrece un producto que ha merecido tanta publicidad en Bilbao, en España y también en Europa. Me refiero también a la posición del Athletic como abanderado de un cambio radical en la imagen. Eso es mucho más notable cuando se trata de un club con valores muy tradicionales. Suele ocurrir que sociedades muy ligadas a la tradición producen estallidos alternativos, experimentales, de gran calado. Los Beatles, y todo lo que significaron musical, social y económicamente, surgieron de la vieja Inglaterra. En un ámbito menor, pero muy importante, como es el fútbol, el Athletic puede cumplir un papel novedoso.
P. La singularidad
R. La singularidad del Athletic puede llevarse a otros extremos. Antes que nada, no es un diseño. No soy diseñador. Es una obra, un proyecto, una de cuyas partes es el diseño. Cuando el Athletic juega con esa camiseta lo asocias con el nuevo Bilbao, el que se liberó de prejuicios y transformó la ciudad de forma admirable. El Bilbao del Guggenheim, del arte, de la vanguardia arquitectónica. De manera implícita, te lleva al nuevo Bilbao, también objeto de polémica no hace tanto tiempo. Y otra consideración: es publicidad sin publicidad. Es la contemporaneidad.
P. ¿Qué cuota hay de provocación?
R. No hice esto para provocar, aunque reconozco que no deja indiferente a la gente. Me surgió la idea y se la propuse al club. Era algo extraño, pero me pareció que estaba bien y merecía la pena. Se puede interpretar como un elemento de ruptura; no en el Athletic, sino en el mundo del fútbol.
P. ¿Por qué quería dinamitar la camiseta tradicional?
R. Nunca quise sustituir la vieja camiseta. El Guggehheim no sustituye al Museo de Bellas Artes. Cumplen funciones diferentes.
P. ¿Cómo surgió la idea?
R. De manera azarosa, en pleno proceso creativo de una obra que me llevó a una asociación con mi idea del Athletic. Lo pasé a una figura tridimensional y me pareció que funcionaba. A partir de ahí, comencé a especular con una idea que terminó por obsesionarme. Pensé que sería interesante introducir un elemento rompedor en el fútbol, cuyo universo es menos monolítico de lo que parece. El fútbol se ha adaptado como un camaleón a todas las épocas, a todos los cambios tecnológicos, a todos los nuevos procesos de comunicación.
P. Dice que no le preocupa el debate subjetivo sobre la estética. Desde esa posición, ¿le gusta la camiseta?
R. La camiseta funciona muy bien. Eso lo digo con toda la objetividad del mundo. En el campo es muy dinámica, con un buen movimiento. El 99% de la gente no la ha visto todavía. No la ha visto en movimiento. Visualmente, se come a la del contrario.
P. ¿Se arrepiente de la aventura?
R. No. He aguantado mucho, pero me siento orgulloso del trabajo. Que yo sepa, soy el primer artista que entra en un mundo tan telúrico como el del Athletic. A mí me gusta la vieja camiseta, pero ésta me gusta mucho.
P. Viajó a Suiza para mostrar la camiseta a los jugadores. ¿Cómo reaccionaron?
R. Varios me llamaron después para decirme que les gustaba. Para mí había algo sagrado: no podía permitir algo que hiciera sentirse incómodos a los jugadores. Estuvieron amables y receptivos.
P. La camiseta salió a debate durante la campaña electoral en el Athletic. El nuevo presidente, Fernando Lamikiz, se mostró crítico. ¿Teme que tumbe el proyecto?
R. Sería un error histórico. Quiero añadir que, aunque el Athletic no jugase con la nueva equipación en Europa, esto ya ha existido y con consecuencias muy beneficiosas para el Athletic.
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