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Reportaje:

Lamikiz golea, el socio se abstiene

La participación baja un 15%, pero el nuevo presidente barre a sus oponentes

8.234 votos de los 32.395 posibles le dieron ayer a Fernando Lamikiz la presidencia del Athletic en un resultado electoral que no dejó opción alguna a sus oponentes: Juan Pedro Guzmán (3.852 votos) y José Alberto Pradera (1.817). El dato resultó abrumador sobre el interés de los votantes, pero en el ambiente flotó el descenso de participación, que decayó en un 15 % respecto a los comicios de 2001. Entonces votó un 60,53% de los socios y en esta ocasión sólo lo ha hecho un 45,81%.

La candidatura ganadora no pudo obviar la sensación de nerviosismo por el bajo nivel de participación, que manifiesta un desapego de la masa social hacia los tres candidatos a los que habría sometido a un voto de castigo por su falta de capacidad para ilusionar a la afición rojiblanca. Lamikiz minusvaloró esta circunstancia atribuyendo el descenso al hecho de que las elecciones "se han producido en un tiempo complicado y fruto de unas circunstancias particulares por la dimisión de la junta anterior". A renglón seguido, Lamikiz tendió la mano a sus oponentes para trabajar "en bien del Athletic" olvidando una campaña electoral bastante convulsa.

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Lamikiz aumentó en 776 votos su registro de la anterior elección y ha incrementado en una cuantía similar los avales presentados para acreditar su condición de candidato. Su voto, pues, era estable. El enfrentamiento con dos candidatos le ha favorecido. La dispersión del voto siempre anima al candidato favorito y Lamikiz ha demostrado una capacidad organizativa y funcional muy por encima del resto de candidatos. Sin embargo, el descenso de la participación es un dato que no pasa desapercibido en la entidad.

El Athletic ha vivido una época convulsa. Primero por el fallecimiento del presidente y las dudas surgidas en torno a si su junta directiva debiera continuar en el cargo -algo establecido en los estatutos-. Después por los ajustes económicos, las amenazas de dimisión de algunos miembros de la junta -que forzaría el adelanto electoral-, el conflicto con las primas de los futbolistas y demás casos menores que poco a poco anegaban la imagen de la junta.

La actual época no se antoja tranquila. Lamikiz ha tendido la mano a sus oponentes en busca de una pacificación que, en la campaña electoral se antojaba difícil. El escándalo de los contratos blindados, los sueldos vitalicios, las filtraciones, el regreso de personas ya caducas en el club, han incrementado el nivel de alarma de un club habitualmente tranquilo. Todo ello ha incidido en el nivel de participación, de por sí siempre escaso, pero que ha demostrado que Lamikiz disponía de una base sólida que prácticamente se ha mantenido inalterable desde que optó al cargo en 2001. No obstante, con poco más de 8.000 votos deberá gobernar a 32.000 socios en una situación compleja. Las elecciones, históricamente, siempre han pasado factura al club rojiblanco.

Fernando Lamikiz, ex directivo con José María Arrate entre 1994 y 2001 y candidato derrotado en las últimas elecciones por el fallecido Javier Uria (a quien dedicó sus primeras palabras de recuerdo, ya como presidente), partía en estas consultas como favorito desde el primer día. Su conocimiento de la situación del club, el trabajo desarrollado en aquella campaña (en la que obtuvo 7.458 votos, frente a los 10.402 de Javier Uria) y los apoyos externos recibidos por José María Arrate y Fernando Ochoa, buenos conocedores de la sociología electoral del club, así como una plancha de directivos potente en la captación del voto, le han allanado el camino. Sus oponentes nunca han podido hacer frente a esa situación. José Alberto Pradera, un hombre público por haber sido Diputado General de Vizcaya y en un determinado momento hombre fuerte del PNV, se vio superado por la importancia del trabajo a pie de obra, imprescindible para ser presidente del Athletic. Su batalla mediática, dura con el pasado pero estridente en las formas, no ha conectado con una masa social muy proclive al conservadurismo y, como mucho, asequible a las soflamas triunfalistas, en épocas de depresión anímica.

Juan Pedro Guzmán, el hombre llamado a gestionar el éxito de la continuidad, se decidió demasiado tarde a concurrir a la batalla electoral, un lastre para un candidato con un carisma limitado para el gran público y que no supo hacer valer el valor de la honestidad y la honorabilidad. Ambos han dudado durante algún tiempo en unir sus fuerzas, pero el personalismo de uno y otro y las enormes diferencias en sus programas de gestión del club han impedido un acuerdo que hubiera sido interpretado contra natura en la masa social.

Lamikiz ha superado el efecto del caso Ochoa, el ex gerente del club que cobró su contrato blindado y amenaza con una demanda por el impago del sueldo vitalicio que le firmó José María Arrate. Este hecho, ocurrido en la época en que Lamikiz era directivo de aquella junta, no parece haber limado sus apoyos naturales. No obstante, sí parece haber influido en el declive de la participación electoral, como si el socio hubiera optado por dar la espalda a unos y otros y alejarse de la implicación con el club.

El ex futbolista Txema Noriega será el nuevo director de la cantera de Lezama, el ex entrenador Blas Ziarreta se encargará de las relaciones con los clubes vizcaínos y el ex futbolista Dani será el enlace entre todos ellos y la junta directiva.

Lamikiz, tras ganar las elecciones, posa en la sede del club con sus directivos y es abrazado por uno de ellos, el empresario José Miguel Lanzagorta.
Lamikiz, tras ganar las elecciones, posa en la sede del club con sus directivos y es abrazado por uno de ellos, el empresario José Miguel Lanzagorta.TXETXU BERRUEZO
Lamikiz saluda a un socio tras depositar su voto.
Lamikiz saluda a un socio tras depositar su voto.TXETXU BERRUEZO

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