Viajes sin retorno
De Caryl Phillips, escritor británico nacido en las Indias Occidentales en 1958, antes de esta novela, Cruzar el río, se habían traducido en España La naturaleza de la sangre, una narración acerca de los padecimientos del pueblo judío hecha de historias ejemplares ambientadas en diversas épocas, y El sonido del Atlántico, un libro caleidoscópico, mezcla de ficción, autobiografía y ensayo, en el que indagaba en la construcción de la identidad a través de la exploración de las consecuencias del éxodo forzoso de la esclavitud en las colonias americanas. Este mismo tema es el que trata Cruzar el río, aunque aquí el acento no está puesto tanto en el intento de reconstrucción íntima a raíz del trauma como en el mismo hecho del desarraigo, del rompimiento, del viaje sin retorno. Como en casi toda su obra, Caryl Phillips elige una estructura centrífuga en la que conviven diversas historias que, por sus distintas peripecias, no tienen aparentemente nada que ver pero que acaban dibujando, por medio de un eficaz sistema de ecos, un horizonte reflexivo común. A diferencia de lo que ocurría en El sonido del Atlántico, donde los ecos eran tan sutiles que no dejaban ver las costuras, en Cruzar el río, quizá por tratarse de una obra anterior, Phillips no parece tan seguro de su extraordinaria capacidad de sugerencia y, para abrigar las cuatro partes que componen el grueso del libro y dar pistas al lector sobre la naturaleza de su indagación, coloca a modo de prólogo y epílogo dos brevísimos textos, de naturaleza más poética que narrativa, en los que un padre africano se lamenta de haber vendido a sus tres hijos adolescentes como esclavos. Es cierto que el subrayado apenas altera el equilibrio de la novela, y que con él Phillips no abandona del todo el territorio de la sugerencia, pues esos tres hijos perdidos son en un sentido simbólico los protagonistas de tres de las siguientes historias, pero resulta innecesario a la luz de la fuerza que éstas, sobre todo la primera (la deriva de deliberadas resonancias conradianas de un antiguo esclavo en la Liberia del siglo XIX) y la última (el encuentro amoroso entre un soldado afroamericano y una británica en el Londres de la Segunda Guerra Mundial), tienen por sí mismas. Una y otra, junto con las dos que completan el texto, el diario de un capitán de barco esclavista a mediados del siglo XVIII en las costas de África occidental y la búsqueda sin esperanza que una esclava recién liberada emprende por el oeste norteamericano de la hija de la que años antes fue apartada, dan muestras suficientes del talento de Caryl Phillips y de su habilidad para huir de cualquier maniqueísmo en la exploración de un mundo literario tan ceñido como proclive, se diría, a caer en él.
CRUZAR EL RÍO
Caryl Phillips
Traducción de Gian Castelli
Alianza. Madrid, 2004
308 páginas. 18 euros
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