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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Entres dos océanos

En nuestros días la globalización no tiene buena prensa. Aquí y allá surgen movimientos que se le oponen y que la describen como un fenómeno contrario a los intereses populares. Sin embargo, esto no fue siempre así. En la segunda mitad del siglo XIX y en los primeros años del XX, cuando se vivió un intenso capítulo globalizador, las percepciones populares eran muy otras. La libre circulación de mercancías y de personas era visto como algo natural y cualquier medida que acercara el mundo a sus habitantes era visto como algo positivo, tal como ocurrió con el canal de Suez o, como sucedería algunos años más tarde, con el canal de Panamá. Se trató de dos sucesos que tenían un común denominador, la participación de Ferdinand de Lesseps, un diplomático francés reconvertido en hombre de negocios.

UN CAMINO ENTRE DOS MARES. LA CREACIÓN DEL CANAL DE PANAMÁ

David McCullough

Traducción de Francisco Gurza

Espasa. Madrid, 2004

550 páginas. 36 euros

La historia que magistralmente nos cuenta David McCullough es precisamente la de la creación del canal de Panamá, la del conjunto de sucesos, extraordinarios unos, cotidianos los más, que hicieron posible la materialización del sueño de Colón y de los muchos que lo siguieron en la búsqueda de un paso entre el Océano Pacífico y el Atlántico: llegar al Oriente, a la China y a la India, navegando en dirección a Occidente. No se trató de una labor sencilla. Si bien había algunas iniciativas dando vueltas, que planteaban simultáneamente el paso por el istmo de Panamá, por Nicaragua, por el Darién o por Tehuantepec, fue el genio y la intuición del francés Ferdinand de Lesseps, unida años después a la férrea determinación política de Theodore Roosevelt, las que hicieron posible que el sueño del paso transoceánico se hiciera realidad.

Por eso, el relato de David McCullough no se centra únicamente en los sucesos políticos que provocaron la secesión de Panamá de Colombia, con el aliento y la protección de Estados Unidos, o en la construcción del canal. En tanto capítulo central de la globalización de los siglos XIX y XX, la creación del canal de Panamá discurre en distintas partes del mundo y todas son tocadas por el autor. De ahí que el libro se desarrolle en distintos y múltiples escenarios: en unos Estados Unidos que, impulsados por el descubrimiento del oro en California, necesitan recortar las distancias dentro de su territorio, pero también en la Francia imperial que se resiste a perder su lugar en el mundo, en la Gran Bretaña industrializada, en la lejana Rusia o incluso en la China que aportaría a la empresa parte de la mano de obra. Por supuesto que Colombia y Panamá fueron dos escenarios privilegiados y en este sentido la apuesta del Gobierno de Washington fue clara: era mucho más sencillo lidiar con un pequeño país como Panamá, con unas élites pequeñas y débiles, mucho más receptivas a las presiones, que con un gran país como Colombia. Y ahí fue donde los panameños se equivocaron al pensar en las ventajas que les reportaría ser cabeza de ratón y no cola de león.

La construcción del canal no era una tarea fácil. El trazado previo del ferrocarril de Panamá ya lo había demostrado. Ni el clima, ni la geografía, ni la vegetación, ni los insectos locales favorecían la empresa. Los obstáculos a vencer fueron notables y el empeño ingente. Todo esto está muy bien narrado en Un camino entre dos mares. La única pena es que se haya tardado tanto tiempo en traducirlo al español.

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