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VIOLENCIA EN IRAK

Combates entre chiíes y tropas de EE UU dejan más de 30 muertos en la capital

"Creí que era nuestra última noche con vida", dice Jasim, un vecino del arrabal de Ciudad Sáder

Ramón Lobo

El arrabal de Ciudad Sáder en Bagdad, donde malviven unos dos millones de personas, la mayoría chiíes, pobres y seguidores del clérigo Múqtada al Sáder, era ayer un lugar fantasmal y sombrío: calles vacías, gente asustada y carros de combate estadounidenses vigilando las principales arterias. Milicianos del autodenominado Ejército del Mahdi y tropas de EE UU libraron duros combates en las callejuelas de este suburbio a lo largo de la noche y la mañana. Un soldado de EE UU y 33 rebeldes y civiles murieron y casi 200 personas resultaron heridas, según el Ministerio de Salud iraquí.

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Un soldado pereció en un ataque con lanzagranadas. Dispararon tres proyectiles. Uno de ellos acertó a un Humvee. Otros cinco militares norteamericanos resultaron heridos. Las primeras versiones apuntaban a que la dura réplica estadounidense obedecía a una emboscada dentro del barrio. "Fuimos atacados desde múltiples posiciones", dijo un portavoz militar de EE UU. Pero Jasim, que vive en las últimas casas, lo niega: "Llevaban tres días paseándose por Ciudad Sáder con decenas de carros. Ha sido una provocación. Durante toda la noche he escuchado el ruido de las ametralladoras y los fusiles y muchas explosiones. Hemos pasado miedo. Reuní a mi familia en una habitación y comenzamos a rezar. Creí que era nuestra última noche con vida".

Al abandonar la casa de Jasim, sin agua potable y con tres horas de electricidad por día, se escuchan detonaciones. Las chabolas de este enjambre impiden ver el humo o distinguir el lugar de procedencia. Se escucha otra explosión. Parece más cerca. "Es el Ejército del Mahdi", dice un joven. Al cabo de unos segundos, otro sonido, esta vez seco, casi hueco. "Es la respuesta de los americanos", apunta otro. En las calles apenas hay gente. La basura se acumula. En esos estercoleros es donde los jóvenes tienen su cantera de neumáticos rotos y plásticos para fabricar barricadas. En algunas paredes está escrito en caracteres árabes: "Alaui [por el primer ministro, Ayad Alaui] y Sadam son la misma basura". En otra se lee en inglés: "América, jódete".

Los combates de Ciudad Sáder, tras la rebelión vivida en Nayaf hace unos días, suponen una ruptura del alto el fuego pactado por el Gobierno provisional, las tropas extranjeras y los clérigos chiíes. Se producen un día después de que siete marines estadounidenses perdieran la vida en un atentado con coche bomba en las cercanías de Faluya, en el triángulo suní, a 50 kilómetros al oeste de la capital. Parece cada vez más claro que existe una colaboración y una coordinación armada y política entre grupos de insurgentes de Faluya y los seguidores radicalizados de Múqtada al Sáder. Los estadounidenses aseguran que el obstáculo es que el Ejército del Mahdi se niega a entregar las armas, tal y como se le exigió en agosto para poner fin al sitio de la mezquita de Alí en Nayaf.

En la casa de Jasim funciona un pequeño generador que permite impulsar las aspas del ventilador del techo. "Ahora dormimos en esta sala, porque en la terraza es muy peligroso por los disparos". También le funciona la televisión. Tiene puesto un canal libanés de noticias controlado por Hezbolá, al que EE UU considera una organización terrorista. Mientras Jasim asegura que "estas tropas americanas se comportan como las israelíes en Palestina", en el aparato brotan imágenes de Gaza.

Levantamiento chií

Al Sáder es un problema para el Gobierno provisional iraquí y para los estadounidenses. Ninguno parece saber cómo resolverlo. Su detención o muerte podría ser la gasolina que se necesita para provocar un verdadero levantamiento chií en el sur y en Bagdad. Múqtada es el principal crítico. Rechaza la presencia extranjera y arrastra multitudes de gentes empobrecidas por la dictadura, las guerras de Sadam y, ahora, por la ocupación. En Ciudad Sáder acusan a los norteamericanos de cortarles la luz cuando se inició la revuelta de Nayaf. "Es una venganza", dice un anciano.

"Los norteamericanos amagan los golpes, pero nunca terminan de solucionar las cosas. Pasó en mayo en Faluya y pasa ahora con Sáder y su Ejército del Mahdi. Así nunca tendrán credibilidad entre la población", afirma una fuente diplomática. El portavoz de Múqtada, Raed al Jadimi, acusó ayer a los norteamericanos de realizar incursiones constantes en el barrio bagdadí y practicar detenciones indiscriminadas entre los seguidores del clérigo.

En Ciudad Sáder hay una calle que se llama Vietnam. Es una de las más populares. La bautizaron así con la esperanza de que Irak sea un nuevo desastre militar para EE UU. Abu Qaesar vende sandías no lejos de ella, en medio de una callejuela en la que anoche se libraron violentos combates entre milicianos y soldados. "Empezaron los americanos. Ha habido lucha toda la noche y ahora la gente tiene miedo a salir de sus casas y los vendedores no nos podemos ganar la vida. Vivimos peor que con Sadam". Y añade: "El problema es que estos chicos no pueden enfrentarse con Kaláskinkov a los tanques; necesitan armas apropiadas para poder hacerles daño".

En las principales arterias de Ciudad Sáder han aparecido decenas de carros de combate Abrams y blindados Bradley. Son la seguridad para que no se repitan los incidentes y evitar una nueva rebelión, esta vez en Bagdad.

Una mujer hace guardia, armada con un fusil automático, en una oficina del partido de Al Sáder en Bagdad.
Una mujer hace guardia, armada con un fusil automático, en una oficina del partido de Al Sáder en Bagdad.REUTERS

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