La bailaora Juana Amaya y su hija Nazaret compartirán escenario y personaje

Nazaret Reyes tenía 7 años cuando, aprovechando un descuido, se subió al escenario y se adueñó no sólo del espacio, sino también del público. Estaba en Los Palacios (Sevilla) y la familia Farruco que intervenía en el espectáculo Por derecho estaba dando la última patadita. Nadie se extraño mucho de la espontánea, ya que la niña es hija de bailaores: Juana Amaya y Cristóbal Reyes.

La espontánea tiene ahora 11 años, estudia 6º de Primaria, y encarnará esta noche nada menos que a Carmen Amaya cuando era niña, la gran bailaora del siglo XX (Barcelona, 1913-Gerona, 1963). Así que, salvando los nuevos espontáneos que seguro que los habrá, Nazaret es la bailaora más joven de todo el programa de la Bienal de Flamenco.

Nazaret, que es la primera vez que subirá a un escenario profesional, entrará a la Bienal por la puerta grande. Participará, hoy y mañana en el teatro Lope de Vega de Sevilla, en el estreno de Carmen Amaya. Evocaciones, un espectáculo que dirige Pilar Távora y en el que también interviene el bailaor Rafael Amargo y su madre, Juana Amaya.

"El baile le llamaba desde pequeñita, se veía venir. Interpretar a Carmen Amaya, que ha sido la más grande y a la que el baile de mujer le debe tanto, es un honor y una ilusión. Además, mi alegría es doble porque mi hija y yo haremos el mismo personaje", comentaba ayer en Sevilla Juana Amaya

, orgullosa pero sin poder borrar el rastro de la preocupación de su rostro.

La bailaora, a quien Mario Malla descubrió con 11 años, no quiere que su hija siga sus pasos. "La vida ha cambiado mucho. Todo es muy complicado y me da miedo que tenga que salir al extranjero, como yo misma hice con menos de 13 años. Me gusta que baile porque es inevitable, lo lleva en la sangre; pero preferiría que profesionalmente se dedicara a otra cosa", argumenta Juana Amaya, sevillana de 35 años que a los 13 ya fue pareja de baile de Mario Maya y desde entonces se pasea por escenarios de todo el mundo. Juana, en su extenso currículo, ha protagonizado Carmen, la ópera flamenca de Salvador Távora; ha sido artista invitada en Pasión gitana, de Joaquín Cortés y ha trabajado con Antonio Canales en Pasión gitana.

Nazaret, que pasa en fracciones de segundo de sentir vergüenza de cualquier tontería a expresarse con una seguridad total, quiere estudiar Derecho. "Defenderé a quien me llame", dice en un rapto de cordura, sin proponerse ser adalid de alguna causa justa.

"La primera vez que ensayé me costó bastante porque me daba un poco de vergüenza bailar rodeada de todos los artistas, pero ya no. Ahora no me cuesta nada porque me gusta", comenta Nazaret, quien se confiesa nerviosa ante el estreno. "La veo bailando y parece que me estoy viendo a mí misma", apostilla la madre.

"Carmen Amaya es como si fuese alguien de mi familia, tengo fotos suyas por todos lados, y no lo es a pesar de la coincidencia (Juana se apellida García Gómez). Ella revolucionó totalmente el baile. Que una gitana se fuera a América en aquellos años y triunfara con su propia compañía, en la que tenía unas 40 personas, es muy fuerte. Hasta el presidente Roosevelt la invitó a una fiesta a la Casa Blanca. Ella se adelantó medio siglo a su tiempo", asegura Juana.

"Mi prima Esperanza Fernández -la cantaora- me dijo que había estado en el cementerio de Santander en el que está Carmen Amaya y que alguien había escrito con pintura en su lápida. Había hecho una foto y me la enseñó. Las dos lloramos cuando vimos como estaba su tumba de abandonada", concluye Juana.