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Columna
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La otra cara de Manifesta

Es posible que quienes han arremetido contra la quinta edición de la Bienal Europea de Arte Contemporáneo, llamada Manifesta 5, lo hayan hecho a tenor por lo mostrado en San Sebastián, en los espacios del Koldo Mitxelena, Museo San Telmo, Kubo del Kursaal y, en menor medida, en el Aquarium. No estoy de acuerdo con ellos por varias razones. Por un lado, si bien en esos recintos hay obras de dudosa calidad (las menos), otras (las más) se alzan con buena nota. Por otro lado, los juicios emitidos en contra no pueden considerarse válidos, sin haber tenido en cuenta lo que se exhibe en Pasaia San Pedro, en dos de sus localizaciones, como son las tres plantas de la Casa Ciriza y el astillero de Ondartxo.

Lo que puede verse en Pasaia está por encima de la calidad general que representa el conjunto de Manifesta 5. El antiguo almacén de pescado -en desuso desde hace varios años- da cobijo a esculturas, instalaciones, vídeos, fotografías, creaciones artísticas de sumo interés. Destacan autores como Paola Pivi, Shawcross, Baladrán, Mikhailov, Ángela de La Cruz, Chichkan y Protsenko, entre otros. Relevante me parece también el trabajo realizado por el belga Jan de Cock en el astillero fuera de uso de Ondartxo. Durante dos meses el artista ha creado, en el interior del astillero, un monumental enjambre de madera a través de compartimentos o celdillas que conforman el laberinto de la nada utilitaria espacialista; donde los enunciados clásicos de interior y exterior, abajo y arriba, pared o suelo, hueco grande, mediano y pequeño, se entreveran y enhebran con ágil normalidad para ganancia del todo artístico.

Además de la calidad atisbada por sí mismas en las localizaciones de Pasaia, creo que las dos edificaciones en desuso contribuyen a su realce. Es como si ese desuso no tuviera necesidad de competir con nada. Al contrario, con su neutralidad, permite que el arte se exprese mejor y más libre que en los espacios preparados para ello, como puedan serlo los del Koldo Mitxelena, San Telmo y Kubo.

Respecto a las ideas que fluctúan en Manifesta 5, en torno a obras implícitas en lo que conocemos como lo establecido y lo emergente, tal vez los dos conceptos no anden lejos de estimar que el arte consiste en hacer real lo quimérico. Si fuera así, cabe añadir que cada obra lleva implícita una aspiración de idealidad; y es en su proceso de ejecución cuando el término real sustituye a aquella aspiración. Al margen de que resulte lejana o cercana esta idea a pocos, muchos o ninguno de los participantes, de lo que no cabe ninguna duda es que la mayoría de los artistas contemporáneos han tomado al mundo entero como objeto primordial del arte. En esas están.

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