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Reportaje:

Desmanes a salvo

Un equipo de científicos halla en Gredos un pequeño mamífero semiacuático que se creía extinguido en Madrid

Un equipo de zoólogos, biólogos y medioambientalistas de Madrid ha conseguido reencontrar una especie de mamífero semiacuático extinguida en la sierra de Guadarrama y a punto de desaparecer en el Sistema Central. Precisamente en este sistema, en concreto en Gredos, es donde el equipo ha localizado dos colonias de desmanes, que así se llaman esta suerte de curiosos buceadores, nocturnos y solitarios parecidos a los topos. El equipo, comandado por el zoólogo Julio Gisbert, de 50 años, ha empleado 18 meses en conseguir reencontrar este voraz animalillo tálpido, que únicamente puede vivir en aguas fluviales muy puras, oxigenadas y desprovistas de cualquier tipo de contaminación, por lo cual su presencia se ha convertido en el emblema de la excelencia ecológica.

Mide unos doce centímetros, tiene ojos pequeños vivaces y cola muy larga

El hallazgo ha tenido por escenario la cuenca del río Alagón, en el macizo occidental de Gredos, y en la provincia de Cáceres, donde vivía desde tiempo inmemorial. Ahora, los estudios sobre su hallazgo permiten acariciar la esperanza de que puedan volver a desarrollarse en otras zonas de la cordillera Central, incluidas las aguas de ríos madrileños convenientemente purificadas, de donde desaparecieron hace tres décadas.

El desmán es un mamífero insectívoro de gran voracidad, que consume a diario una cantidad de alimentos orgánicos, larvas, gusarapas e invertebrados de un peso aproximado a las dos terceras partes del suyo propio, estimado en unos 70 gramos para los ejemplares adultos. Mide unos 12 centímetros de longitud y se caracteriza por poseer ojos pequeños vivaces, cuerpo compacto, cola muy larga, piel grisácea oscura y patas unguladas, las traseras palmeadas adaptadas para la natación y el buceo. Habita únicamente en aguas cristalinas de montaña y su territorio abarca riberas de 200 metros. Lo más característico del desmán, en su fisonomía, es una pequeña trompa o probóscide con la que percibe a sus presas bajo el agua, donde puede permanecer entre uno y cuatro minutos. Una vez detectadas, las captura con su boca, provista con una dentición poderosa en forma de v doble, las sube a la superficie y sobre una roca, donde sus extremidades unguladas le permitan fijarse, las devora. Tenaz y astuto en sus capturas, el desmán carece de pabellones auditivos externos. Sin embargo, cuenta con un dispositivo cerebral muy perfeccionado, el órgano de Einer, que le ayuda a procesar información exterior. Fue descrito por Etienne Geoffroy en 1811 como Galemys pyrenaicus, denominación que ha conducido a errores por lo que Julio Gisbert prefiera definirlo como desmán ibérico, por ser endémico en la Península ibérica.

Las causas de su agonía como especie han sido múltiples. Según Gisbert, "por tratarse de un animal almizclero, era costumbre entre las parejas casaderas del área de Gredos intercambiar su olorosa piel, cazada por el novio, como complemento a la dote nupcial, para proteger los ajuares en las arcas en las que se introducían". A esta conclusión ha llegado tras indagar en el folklore local del Alto Tormes.

Esta práctica ancestral en algunos parajes montañeses de la provincia de Ávila en el área de la Sierra de Gredos, en cuya fachada norte se desarrollaba la vida del pequeño animal acuático, coadyuvó a hostigar al desmán, cuya denominación, curiosamente, es de origen sueco.

Las tribulaciones del desmán como especie animal derivan de las alteraciones de la vida fluvial de montaña, inducidas por la industria, por las demandas poblacionales e incluso, por prácticas de pesca. Comoquiera que el desmán vive en aguas cristalinas de montaña, que durante el verano ven reducido su volumen y superficie por las evaporaciones del estiaje y por el consumo humano, cualquier alteración química o física de estas láminas de agua por vertidos o modificaciones de la temperatura desperdiga sus fuentes alimenticias de invertebrados, hecho que daña irremisiblemente al pequeño mamífero.

En algunos de los principales arroyos donde vivía fueron construidas minicentrales, tomas de agua y otras instalaciones hidráulicas o térmicas que acabaron por fragmentar los delicados ecosistemas donde el desmán ibérico vivía.

Ahora, tras el estudio realizado por el equipo del que forman parte licenciados como Julio Rojo o Patricia Cuadrado -jóvenes promesas de la Biología madrileña- o como Laura Redal, licenciada en Medio Ambiente, y después de las acciones que se prevé aplicar, el desmán, recobrado su hábitat, tiene bastantes posibilidades de sobrevivir en la cordillera Central, donde la adversidad le había puesto en evidente peligro, conjurado por la investigación y el trabajo de campo, financiados por la Junta de Extremadura.

"Hace años, iniciamos otra investigación semejante con el fin de hallar el desmán en aguas de ríos madrileños de montaña", explica Gisbert, que añade: "Sin embargo, nuestra investigación no consiguió reencontrarlo aquí y dimos la especie como posiblemente extinguida". Hoy, cabe concebir la esperanza de que el desmán vuelva a establecerse en colonias madrileñas.

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