Dos de tres en Estoril

Fue un día de contrastes para el motociclismo español, una especie de allegro ma non troppo. Felicidad hubo, aunque no demasiada. Llegó de la mano de Héctor Barberá y Toni Elías, brillantes ganadores en los 125cc y los 250cc respectivamente. Esta última prueba vio a Dani Pedrosa caerse del podio, al que había subido en nueve de los anteriores diez grandes premios disputados. En la máxima categoría, Moto GP, Sete Gibernau tuvo que conformarse con la cuarta plaza, lo que, con ser malo en sí, se convierte en un desastre al comprobarse que el ganador fue el todopoderoso Valentino Rossi.

Pocas veces una cuarta plaza tuvo tanto mérito como la conquistada en Estoril por Pedrosa. Es el barcelonés un piloto formidable, por mucho que no haya caído en gracia en ciertos círculos. Su problema no es el peso, una polémica irrisoria, pues hubo, hay y habrá pilotos tan enclenques como él y nadie denunció jamás que la competición estuviera por ello desvirtuada. Lo que le ocurre al chaval es que habla poco y corre mucho. Y que no se le esperaba en una fiesta que parecía reservada a otros, No da Pedrosa el tipo verbenero que tanto se celebra en el motociclismo mundial. Pero, como el carecer de carisma no es ningún delito, habrá que deducir que sucesos como el de ayer le elevan a la categoría de grande de este deporte. Pedrosa corrió durante tres cuartos de hora con la rueda trasera dañada por un tornillo. Allí se incrustó la tuerca no se sabe bien cómo, pero sí cuando: antes de la salida, por lo que todo indica que bien pudo clavarse en el pit lane, en la salida de los boxes. Y, ya puestos a buscar de dónde demonios se desprendió el tornillo de marras, lo mejor sería revisar los carteles publicitarios que tanto lucen en los circuitos y que tan pingües beneficios dan a unos y otros.

Fue cuarto Pedrosa en una carrera que coronó a un gran Elías, quien parecía perdido para la causa. Pedrosa, el líder, aventaja en la clasificación general en 27 puntos al francés De Puniet, una diferencia llamativa cuando quedan 125 por disputarse. A una distancia similar, 29 puntos, se encuentra Gibernau de Rossi en MotoGP. Sin embargo, no parece el campeón italiano el mejor adversario para empresas de tanta enjundia. No se sintió a gusto Gibernau en ningún momento de la carrera de ayer, dominada de forma insultante por Rossi, y bastante hizo con finalizar cuarto.

En la categoría menor la fiesta española fue casi completa. Barberá -para regocijo de Clarence Seedorf, el dueño de su escudería y futbolista del Milan- se inventó una fantástica remontada y si en la primera vuelta era el 14º en la última era el primero. Dos puestos más atrás llegó Jorge Lorenzo, seguido de Pablo Nieto y Álvaro Bautista, con las gradas del circuito teñidas de español, en lo que parecía el preludio de una jornada memorable.

Pero luego llegó Rossi, puso a sonar el himno italiano y la jornada se quedó en memorable a medias.