Entre el cine y la fotografía
De entre todas las fotos de Eulalia Ramón expuestas en la galería Trama de Madrid, la titulada Year of the bull evidencia las influencias inherentes de toda una generación que fue determinante en la historia más reciente del medio: la de la década de los cincuenta del pasado siglo. Era cuando Robert Frank escribió aquello de que para él "la fotografía es vida y como tal debe tratar con la vida". Estamos ahora ante la primera muestra individual de esta autora y ésta específicamente es una foto clave y definitoria de la totalidad de su forma de hacer. Un icono arquetípico capaz de sintetizar su producción; es todo un catálogo de recuerdos descritos visualmente de modo esquemático. El denominador común de este álbum es que constituye una serie de relatos visuales que circulan estéticamente en paralelo entre la narración fílmica y la fotografía, y lo hace con imágenes extremadamente apasionadas.
EULALIA RAMÓN-LUCÍA FARAIG
Galería Trama
Alonso Martínez, 3. Madrid
Hasta 12 de septiembre
Todas sus fotos transcurren con la lentitud del querer decir más que de explicar lo obvio pero participando de la constante de aquellas historias de lo cotidiano observadas desde lo íntimo. Estamos ante un repertorio de registros transcritos de forma dispersa al que sólo el azar impone un orden. También el ritmo de su construcción y secuencias componen un repertorio de capítulos que en conjunto forman un todo. Son imágenes que por separado pueden aparecer como un código disperso pero que globalmente, en la puesta en sala, conforman una geometría armónica. Al igual que Robert Frank (Zúrich, 1935) -a quien personalmente y profesionalmente admira-, Eulalia Ramón mezcla el variopinto mundo del cine y la actuación con una especie de cuento poético/fotográfico (los materiales de Frank marcaron su vida, ello se refleja en su quehacer cotidiano con obras de referencia, como las contenidas en el mítico libro Los americanos, que lanzó a este autor a la historia del medio y que realizó con 35 años; muchas de las fotos expuestas por esta fotógrafa, insistimos, son un calco de las contenidas en aquella edición).
Estamos frente a la biografía más esquemática, huidiza de toda concesión al barroco de la imagen fotográfica. La fotógrafa explica aquello de que los meandros marcados por las líneas de su mano construyen un jeroglífico traductor de los pensamientos -y sentimientos- más personales. Es una muestra que se realiza junto a una selección de instantáneas de Lucía Faraig (Denia, Alicante, 1970), en la que abunda "la indolencia del paisaje mediterráneo" (según escribe M. Recha). Lo cual es cierto y que no es sino el contrapunto de lo escueto de las tomas de Eulalia Ramón.
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