Nuha al Radi, pintora y autora de 'Los diarios de Bagdad'
Nuha al Radi, autora de Los diarios de Bagdad, un testimonio sobre la vida cotidiana en Irak durante los años de guerra y embargo, falleció el pasado martes en Beirut víctima de leucemia. La escultora y pintora iraquí tenía 63 años y estaba a punto de viajar a Barcelona para participar en uno de los actos de Kosmopolis, la bienal literaria organizada por el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) del 14 al 19 de septiembre.
La denuncia del embargo impuesto a Irak tras la primera guerra del Golfo fue una constante en la obra de la artista, que aprovechaba sus exposiciones para recordar que las sanciones económicas han costado la vida a un millón y medio de personas durante la pasada década.
Autoexiliada en Líbano desde hace ocho años, Al Radi prefería decir que se vio obligada a dejar Irak porque allí la vida era imposible para un artista. La lista de productos prohibidos por el embargo de la ONU incluía las acuarelas. Éstas se consideraban elementos químicos y, por tanto, "susceptibles de ser utilizadas para fabricar armas de destrucción masiva". La ironía, el sentido del humor y las críticas a Sadam Husein salpican buena parte de las páginas de Los diarios de Bagdad (Lumen / Rosa dels Vents), prohibidos en Irak hasta fechas recientes.
El libro de Al Radi se editó por primera vez en 1998 y desde entonces ha sido traducido a varios idiomas. La autora fue actualizándolo sucesivamente muy a su pesar, porque "la realidad de su vida y la de su país le obligaban a hacerlo". En la última versión, publicada en Alemania, incluyó las impresiones sobre su regreso a Bagdad tras la caída de Sadam Husein.
La desolación del Irak ocupado fue uno de los principales temas tratados por Al Radi en las últimas cartas enviadas a la escritora serbia Jasmina Tesanovic. Ambas artistas mantuvieron una intensa correspondencia electrónica a lo largo de casi cinco años y juntas analizaron lo que significan las posguerras para la población civil. Algunas de esas misivas han sido publicadas recientemente por la revista Granta.
Al Radi y Tesanovic planeaban verse por primera vez el próximo día 16 en Barcelona, donde estaba previsto que leyeran extractos de sus cartas en un Kosmopolis. A pesar de que en los últimos meses, el tratamiento contra la enfermedad la tenía muy debilitada, Al Radi estaba entusiasmada con ese encuentro. Optimista "sin remedio", incluso después de haber sido "testigo directo" de las guerras de Irak, Egipto y Líbano, solía decir que la mejor manera de acabar con los conflictos bélicos era mostrar sus consecuencias. Entre éstas destacaba el aumento de los casos de cáncer y leucemia a causa del uranio utilizado durante los bombardeos.
El envenenamiento de tierras y aguas preocupaba sobremanera a esta internacionalista, a la que le gustaba decir que no creía en dioses, sino en la naturaleza. Los animales y plantas eran su gran pasión y uno de sus principales motivos pictóricos. Adoraba a su perro Salvador, al que bautizó con este nombre en honor a su admirado Dalí, y andaba siempre pendiente de encontrar una flor callejera para acomodársela en el pelo. Tanto es así que algunos de sus amigos la llamaban la tahitiana de Bagdad.
Su visita a España coincidió el año pasado con las imágenes de los iraquíes que celebraban el derribo de la estatua de Sadam Husein. Cuando fue preguntada al respecto, Al Radi fue contundente al prever que se avecinaban meses de caos, porque, según ella, "los iraquíes nunca aceptarían ser ocupados".
Magda Bandera es escritora y periodista.
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